Llega el fin de semana y todos a la cancha quieren ir. Menos los choferes del Transantiago, sobre todo cuando hay un partido tan importante como el Superclásico. Tienen miedo a que los secuestren. Y no solo los que pasan cerca del estadio de turno, que este domingo corresponde al Monumental. Todos. Así al menos lo indica Benedicto Díaz, director del sindicato Simtal de trabajadores de Alsacia quien afirma que pese a que este fin de semana los conductores del troncal 100 saldrán a trabajar, podrían dejar de recoger pasajeros si es que hay amenazas contra los trabajadores.
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El problema se gesta por los crudos secuestros que han vivido los choferes, sobre todo del troncal 100 que hace recorridos por Macul, la comuna donde se ubica el estadio de Colo Colo. “Estaba manejando el recorrido 113, iba en San Ignacio con la Alameda (parada inicial del recorrido), cuando veo a una persona, una sola persona con un coche esperando la micro. Le abro la puerta y entra una turba», dice Valenzuela. Comenta que eran barristas que iban al Monumental. Tomaron el recorrido que va a Ciudad Satélite, que ni siquiera pasaba por el estadio. «Me tuve que ir para allá no más. Adivine qué había en el coche, ¿usted cree que una guagua? Estaba llena de cervezas», relata con pena el conductor.
«Me golpearon, me amenazaron, me quebraron los vidrios, los espejos. Me derramaron cerveza en la cabeza y después me dejaron tirado en el Monumental», cuenta.
Pero no es lo único que hacen los barristas. «Estos lumpen se suben con droga, van fumando marihuana ahí mismo», dice Cristian Palma Cuevas, otro conductor que también fue secuestrado por barristas. «Y lo peor no es que te cambien el recorrido, es que hay que manejar con un cuidado único, porque si se te cae una persona o le pasa algo, ¿a quién cree que le van a ir a pegar?». Relata que «las escotillas se sellan pero no sé cómo las abren» y dice que es común que los hinchas se suban a los techos de las micros. «Cuando se bajan, más encima, te destrozan la máquina, te la dejan toda rota y hasta se orinan ahí».
«Mire, a mí me gusta el Colo Colo, desde chico, pero da rabia que estos delincuentes nos asalten, nos secuestren, nos golpeen», dice Valenzuela. «Por eso yo ya no salgo a trabajar. Porque si salgo, la empresa después a uno lo manda al sicólogo, a uno lo atienden un par de meses y después a la calle de nuevo».
De hecho, cuenta que el episodio más grave ni siquiera lo vivió en un partido de Colo Colo versus Universidad de Chile. «Fue uno de la selección, uno en que le ganamos a España». Se refiere a un partido de 2014, para el Mundial de Brasil. Estaba conduciendo una máquina cuando «se subieron varios, me bajaron, me pegaron patadas en la cabeza y ahí quedé, tirado. Tuve que ir al manicomio ese que está en Avenida La Paz. Ahí estuve después de eso por los golpes», relata.
Dice que tiene 63 años, que le faltan 2 para jubilar y por eso sigue conduciendo máquinas. «Lo único que les pido a los barristas, que piensen que también somos personas», dice y corta el teléfono, no tan afligido porque este domingo se salvó ya que no tendrá que trabajar. Está con licencia médica y necesita rehabilitación durante las tardes. Tuvo suerte, de algún modo.