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La princesa Mako de Japón anuncia su compromiso con plebeyo y renuncia a sus privilegios por amor

La boda se celebrará el año que viene y tras el enlace ella perderá su condición de miembro de la familia imperial

(SHIZUO KAMBAYASHI/AFP)

La princesa Mako, nieta del emperador Akihito de Japón, anunció hoy oficialmente su compromiso de boda con Kei Komuro, un ex compañero de universidad, en la primera aparición pública de ambos juntos.

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Mako y Komuro, ambos de 25 años, expresaron su «gran alegría» por el compromiso y por el hecho de que éste haya recibido el visto bueno del emperador Akihito, según dijeron en una rueda de prensa celebrada en la residencia imperial de Akasaka (Tokio).

«Me sentí verdaderamente feliz cuando él se me declaró a finales de 2013, y acepté en el momento», dijo Mako, mientras que Komuro afirmó ser consciente de la «grave responsabilidad» que supone casarse con la princesa y mostró su deseo de «crear una familia armoniosa».

Explicaron que son pareja desde hace unos cinco años, y que se conocieron en 2012 durante una reunión informativa de la Universidad Internacional Cristiana de Tokio, de la que ambos eran entonces alumnos, para estudiantes interesados en programas internacionales.

El compromiso de boda de la pareja fue adelantado por los medios nipones a mediados de mayo, y el anuncio oficial estaba previsto para principios de julio, aunque la Agencia de la Casa Imperial decidió posponer el acto debido a las lluvias torrenciales que arrasaron el sudoeste del país.

La princesa trabaja como investigadora en un museo de Tokio, mientras que Komuro, residente en la ciudad de Yokohama (sur de la capital), es asistente legal en un bufete de abogados y estudia simultáneamente un máster en Derecho de Empresa.

Mako es la hija mayor del príncipe Akishino, segundo hijo del emperador y segundo en la línea sucesoria al trono del Crisantemo tras el príncipe heredero Naruhito.

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El matrimonio de la nieta mayor del emperador mermará todavía más a la familia imperial de Japón, una institución avejentada y cada vez más escasa, abocada a una amplia brecha generacional.

Este matrimonio podría reabrir el debate sobre la normativa que rige la casa imperial nipona desde 1947, que establece que las mujeres que nacen en su seno pierden su estatus de realeza al contraer matrimonio, algo que ha reducido sustancialmente el número de sus integrantes.

 

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