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Chileno que vivió en Corea del Norte: allá comen cucarachas, la lencería es “porno” y se sienten orgullosos de homenajes a Kim

Se trata de Ramiro Lavín, quien tuvo la oportunidad de vivir a Pyongyang. Allá instaló un bar en la zona diplomática y vivió muchas experiencias.

«Corea del Norte es un país diseñado para la guerra», dice desde el otro lado del teléfono Ramiro Lavín, fotógrafo chileno casado con una danesa y que tuvo la oportunidad de vivir allá por dos años, entre 2009 y 2011. «Lo digo por la estructura del país, la forma cómo construyeron sus ciudades, están hechas para la guerra. Por ejemplo, para entrar a Pyongyang hay que pasar por un túnel y a la salida tienen dos pilares que, en caso de guerra, ellos los podrían dinamitar y bloquean el túnel para que nadie más pueda entrar. Cierran así la ciudad», dice.

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Atrás, un auto con patente coreana

Su llegada al país de la dinastía Kim se produjo porque su esposa trabajaba para la Organización de Naciones Unidas (ONU) y él pudo también instalarse en la zona diplomática de Pyongyang, la capital norcoreana. Y aunque al principio se dedicó a trabajar en cuestiones más administrativas, se aburrió y, como no lo dejaban tomar tantas fotos, terminó poniendo un bar. Pero no la vida no fue fácil porque estaba todo el tiempo escoltado y sólo podía moverse por la zona diplomática.

«Los guardias que me escoltaban hablaban en inglés y francés. Ellos son súper preparados. No van a poner a cualquier pelagato a cuidarte sobre todo si no pueden espiarte, si no entienden tu idioma. Los policías normales son los que se preocupan de mantener el orden en el pueblo, pero los que nos ponían a nosotros eran algo así como la ‘CNI’ de allá, personas más preparadas», cuenta. Y de hecho, lo que relata va muy en la línea con cómo se organiza la vida en Corea del Norte en el país más hermético del mundo.

«El partido, la gente que tiene el poder, ellos tienen internet así que se informan de todo. Es el pueblo el que no se informa de nada» y agrega que es la dinastía Kim maneja y sus aparatos los responsables de administrar la información.

– ¿Es cierto que ellos informan, por ejemplo, que en actividades deportivas ellos terminan ganando aunque ni siquiera participen de ella, como el mundial de Brasil 2014, por decir algo?
– No, lo cierto es que, ellos participaron del mundial de Sudáfrica. Lo cierto es que parece que en el primer partido les había ido bien (N de la R= corea cayó 2 a 1 frente a Brasil en su primer partido), entonces para el partido contra Portugal, ellos pusieron pantallas gigantes para que la gente viera el partido. Entonces cuando empiezan a perder, 1 a 0, 2 a 0 y 3 a 0. Entonces, de pronto, botaron la señal y los mandaron a todos para la casa (terminaron perdiendo 7 a 0). Lo que es cierto es que cuando la selección tuvo que volver (perdieron todos sus partidos en primera ronda), varios de los seleccionados pidieron asilo político en otras embajadas de Sudáfrica y, al menos, cuando los fueron a buscar, no regresaron todos. Y el avión, que iba a llegar a Pyongyang, tampoco llegó ahí, algo muy sospechoso. Nadie nunca más supo de los jugadores. El avión nunca llegó y esa ‘info’ lo puedo corroborar porque yo tenía información de la ONU.

Presentaciones para y con el líder

El fotógrafo relata también que hay otras formas de manipulación: los eventos masivos donde muestran las imágenes de sus líderes. Dice que toda la sociedad participa, que no son sólo militares quienes asisten a esos eventos masivos, y que incluso se sienten orgullos de ser parte de esas presentaciones.

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– Se hacen varias veces al año, por diferentes motivos. Uno por el aniversario del gran líder, después por el día de la independencia, otro por otro líder, por que ganaron la guerra…

– ¿Pero cuál guerra ganaron?
– Esa es una excelente pregunta. Lo que pasa es que los coreanos inventan. Le inventan a su pueblo que los coreanos han ganado miles de guerra, que ellos son ‘bakanes’. Es una manera para que les sigan creyendo a los líderes, es una forma de adoctrinamiento.

– ¿Y cómo es eso?
– Participan toda la sociedad coreana. Entonces, por ejemplo, a un vecino un día le dicen “tú vas a ser la nariz de Kim”. Y son ellos mismos el público. Eso que hacen, esos juegos, es para adoctrinarlos. Y quienes participan, sienten orgullo por hacerlo. Se hablan entre ellos y se preguntan “oye, tú has participado alguna vez”, entonces el otro dice “sí, yo fui el ojo de Kim Il-sung y tú?”, “yo, la nariz, yo la boca”, es un orgullo para ellos.

– ¿Y qué tienes que hacer para llegar a “ser alguien”?
– Tienes que haber nacido en una familia importante, si no, es imposible. No es que por mérito propio puedas llegar a conseguir cosas, lo dudo en verdad.

Y la excepción podría ser la señora Ri Chun-hee, «la señora que se enoja», dice Lavín. Aunque lleva tanto tiempo en la TV norcoreana que «ella es como la extensión del líder, entonces la respetan mucho».

-¿Hay disidentes?

– Sí, pero tienen a todas esas personas en campos de concentración. No de llaman así, se llaman algo así como «campos de reparación». Ahí les enseñan a ser “buenos coreanos del norte”. ¿De que salgan algún día? No sé, eso un mito, no salen nunca, lo ocupan para trabajar, trabajos forzados.

Día a día

Ya en un plano menos terrible, asegura que pudo conocer mucho sobre la cultura de allá porque el bar servía no solo para beber. También iban a pedirle prestado el internet.

«Ellos tienen computadores, notebook y eso, pero tenían muy restringido el acceso a internet. Entonces, yo que tenía un bar y adentro tenía un computador bien viejito y recibía a quienes venían a pedirme internet. Se ponían a ver páginas, de autos, de moto. No era que se pusieran a usar internet como medio de comunicación. Era como un soporte de entretención. Como una revista. De hecho, yo les llevaba revistas y quedaban locos en parte de la lencería: para ellos era como ver una porno… ¡Estaban viendo calzones y sostenes!

– ¿Y la gente coreana, tú la considerabas bonita?
– Mira, como en todos los países. Hay personas bonitas, feas, pero nunca te encontrabas con alguien con sobrepeso. Las mujeres casi todas son flacas.

– ¿Por el desabastecimiento?
– Hay desabastecimiento, pero tiene que ver con que no hay sedentarismo. En Corea del Norte no hay tiempo para eso, no existe el ocio. Todos siempre tienen que hacer algo.

Y, de hecho, cuenta que los coreanos suelen caminar o bien movilizarse a pie. Ello porque hay muy pocos autos y, aunque hubiese uno, la bencina no es un bien de fácil adquisición. Aún así afirma que pudo recorrer la capital. Cuenta que es una ciudad más o menos tranquila y que «es muy raro porque no hay crímenes, es muy tranquilo. Los crímenes que hay son violaciones, pero eso se cometen en el campo». En términos de estructura, cuenta que «es una ciudad grande, con muchos habitantes, tiene muchas avenidas gigantes, muchas plazas, muchos monumentos. Es bonita en verdad, súper limpia. Claro, allá nadie toma un helado y tira el papel al suelo, porque tampoco venden helados. Es súper raro».

– Tú que tuviste un bar allá, ¿qué tipo de alcohol consumen?
-Cerveza, muchas cerveza y las producen ellos mismos. Es súper buena.

– ¿Y con qué brindan?
– Tienen como un sake, que es un fermentado de arroz y es súper fuerte. De hecho ellos se curan con eso, quedan ‘raja’, súper curados.

– Entonces ellos también se embriagan…
– También se curan, pero son más cuidadosos. Lo que pasa es que ellos siempre andan en grupo, nunca van solos. Entonces si uno se embriaga, el otro decide tomar menos o simplemente no tomar. En vez de un «conductor designado» es como un “amigo designado”.

– ¿Y qué fue lo más raro que comiste?
– Mmm… allá se comen todo lo que se mueva

– Ya, pero una serpiente, ¿se la pueden comer?
– Una serpiente, ¡ja! Allá hay anticuchos de serpiente, te lo juro. Venden anticuchos de cucarachas también. Las fríen y las venden como snack. Las comen como si fueran chicharrones. Esta es la mecánica: ellos no tienen sillas, entonces se sientan en el suelo para compartir.  Ahí  ponen las cucarachas fritas y se las comen. Y son súper ricas

– ¡Guácala! ¿No te dio asco?
– Al principio sí, pero mira, en Corea del Norte también hay estas cosas de los modismos, como en todas partes. Entonces, si te invitan a comer algo y tú no comes, es como si lo estuvieras rechazando. Si no lo haces, es mala onda, no te pescan más. Si tú vas a pedir permiso, no te lo dan. Por ejemplo, si te hacen brindar y tú no te tomas el vasito completo, también es mal visto por ellos.

– ¿Es difícil el coreano?
– No es tan difícil, es como todo los idiomas, yo creo que es más difícil aprender árabe o chino. El coreano, lo que requiere, es harta memoria porque como hay otras letras, te tenía que memorizar los sonidos para hablarlo.

– ¿Y cómo se dice «no pagamos por esta entrevista» en coreano?
– Jajajá, no me acuerdo, pero sé decir «consamida», que quiere decir «gracias».

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