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El gran fracaso del año: la historia del exprimidor de jugo que logró US$120 millones de financiación y que no servía para nada

“Dio puro jugo”. Así se podría describir al producto que lo único que demostró fue su inutilidad, pese a que fue apoyada masivamente en Silicon Valley.

Poco más de $433 mil costaba, situándolo en moneda chilena, uno de los productos que se pensaba sería una de las futuras estrellas en el mercado mundial. El 2016 Doug Evans dio a conocer Juicero, básicamente un exprimidor de jugo que estaba conectado a internet.

La idea fue vendida como el «Nespresso de los jugos». Consistía en poner unos envases de pulpa al interior de la máquina, y esta los estrujaba hasta convertirlo en jugo. Y esos paquetes de zumo, eran vendidos únicamente por la firma. Exclusividad total.

La idea fue bien vista por los empresarios de Silicon Valley, quienes en poco menos de seis meses invirtieron más de US$120 millones en el producto. Grandes firmas, como Google Ventures sacaron la billetera para darle vida al Juicero. Jony Ive, uno de los genios detrás del iPhone, ayudó en su diseño y una estrella de la talla de Gwyneth Paltrow apoyó al exprimidor, indicando que lo había usado con excelentes resultados.

«Sin experiencia en compañías tecnológicas, ha logrado sacar unos destacables 120 millones de dólares en inversión a los titanes de Silicon Valley», sostuvo el NY Times sobre Evans. Parecía que el mundo caería rendido a su invento. Pero no, más rápido de lo pensado todo se derrumbó.

Según informa la revista Vanity Fair, el alto precio del producto atentaba contra la población, por lo que pasó de costar US$699 a los US$400. Es decir, $248 mil en moneda nacional. Pero la gente le dio la espalda. ¿Para que tener un exprimidor que justamente no exprime? Esto, porque el aparato no servía para sacar jugo de ninguna fruta, solamente era funcional con los paquetes de la misma firma.

En octubre del 2016 la mesa gerencial decidió dar un golpe de timón y sacó a Evans de la jefatura y puso a Jeff Dunn a cargo. Se confió en que la experiencia del hombre, quien fue un ejecutivo clave de Coca-Cola, podría llevar a Juicero a otra dimensión.

Mientras que el inventor del producto quedó a cargo de conseguir alianzas y más inversionistas. Y tenía éxito pese a los inconvenientes. Logró que Ticketmaster pusiera máquinas del aparato en sus oficinas, puso en venta además al exprimidor en algunos supermercados y tiendas norteamericanas, además de lograr la atención del mercado chino.

Y cuando estaba a punto de sumar otros US$55 millones desde UBS China, Bloomberg sepultó al Juicero. Mediante un video llamado «¿Es necesario gastar 400 dólares?», demostraron que los paquetes de zumo de la misma marca se podrían exprimir con las manos. En términos simples, el producto era innecesario. No servía para nada.

Esto fue el golpe de gracia para la firma. En mayo de este año ya no tenía inversionistas. En junio despidieron al 25% de sus trabajadores, confirmándose de paso que perdían US$4 millones mensuales. Ya no existían ganancias. El 23 de agosto la junta directiva decidió que había que cerrar la empresa, algo que el 31 de ese mes se oficializó. Y el 4 de septiembre se dejaron de producir los paquetes de zumo. Si antes era inútil, ahora había logrado lo imposible: ser aún más inservible.

La única opción que les quedó a los directivos es vender la firma, específicamente la propiedad intelectual y los sistemas de logística.»En este corto periodo de tiempo validaron que hay una demanda nacional para tener acceso sencillo a jugo fresco producido en prensa fría. Muchas gracias por hacer este viaje con nosotros», agradeció la empresa a través de la página web.

Mientras tanto, Evans pasó la página rápidamente. Tras ver cómo su producto estrella terminó por los suelos, prefirió irse de viaje al festival Burning Man, en dónde sube en Instagram fotos como las de abajo. Por lo que se ve, tan mal no está.

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