Primero fue un lecho del río Mapocho que dio paso a una calle de tierra que con el tiempo se transformó en un vertedero. Tampoco siempre se llamó Alameda, nombre que recibió gracias a los primeros 19 álamos que se plantaron en el sector en 1809 provenientes de Mendoza.
PUBLICIDAD
Ha sido un lugar de encuentro para los chilenos, de marchas y movilizaciones sociales, de proclamaciones políticas y de la elite de antaño, pero sin duda es un emblema de Santiago y este viernes cumple 197 años.
La Alameda, o avenida Libertador General Bernardo O’Higgins, o Alameda de las delicias o La Cañada de San Francisco, tiene tanta historia como quienes la han recorrido.
Si bien fue una arteria utilizada antes de su fundación , el 22 de septiembre de 1820 recibió su actual estatus, aunque los trabajos concluyeron en 1821 cuando recibió el nombre de Alameda de las Delicias.
Bernardo O’Higgins, que ostentaba el cargo de Director Supremo de Chile ordenó la remodelación de La Cañada de San Francisco -nombrada así por el emplazamiento de un convento Franciscano, y su conversión en la “Alameda de Las Delicias”.
En la calle se plantaron cuatro filas de álamos -que le dieron su nombre- y se diseñaron platabandas centrales.
PUBLICIDAD
Durante gran parte del siglo XIX, la Alameda de las Delicias fue el paseo de la élite chilena. La Pérgola de las Flores, un mercado de estos productos, fue todo un símbolo del sector.
Durante la administración de la ciudad del intendente Benjamín Vicuña Mackenna, el Cerro Santa Lucía fue remodelado y se instalaron estatuas a lo largo de la Alameda.
Con la inauguración de la Estación Central de Ferrocarriles, en 1897 la Alameda fue extendida hacia el poniente, fusionándose con el “Camino lo Chuchunco”.
Ya en el siglo XX, los automóviles comenzaron a dominar la avenida, que fue llamada Libertador Bernanrdo O’Higgins en honor a su creador.
Cabe mencionar que la primera Alameda de Santiago no fue la de Las Delicias, sino la de los Tajamares, construida en el siglo XVIII como paseo junto a estas estructuras dispuestas para contener las embestidas del río Mapocho contra la ciudad, en las crecidas y turbiones.
Esta vieja Alameda entró en decadencia y olvido cuando se habilitó la Alameda de las Delicias en La Cañada, llevándose hacia a ella a los paseantes y puesteros.