Los dos guardias que estaban a cargo de los 15.954 millones robados desde la empresa de transporte de valores Eselvart, en la madrugada del martes pasado, reconocieron que son sospechosos de estar involucrados en el hecho, pero afirmaron que son víctimas y que no tuvieron participación.
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Se trata de Eduardo Moya (23) y Jesús Bravo (34), cuñados que comparten una vivienda en la comuna de Lo Prado, según consigna hoy El Mercurio. Ambos declararon al diario que son víctimas y no culpables del robo y que lo contarán todo al fiscal Patricio Cooper, quien asumió la investigación.
Bravo, quien salió a comprar cigarrillos y fue sorprendido por los delincuentes, declaró al diario que “siempre salimos. Llegas en la mañana, te cambias ropa, pasa un rato para que salgan los camiones. No se puede, pero siempre lo hacemos. Laboralmente sí es un error, pero es algo que se hace a diario”.
Por su parte, Moya afirmó que “la alarma no funcionó. Si hubiera funcionado, los pillan en la calle. Se supone que tenemos dos minutos de reacción de Carabineros al apretar el Alpha II y (no pasó) nada”. También recordó que los delincuentes “nos arrastraron, nos pegaron, nos pasaron a una sala, nos dieron una pateadura. Nos querían matar”.
Ambos siguen ligados a la empresa, pero por licencia médica no pueden volver a trabajar. También están tomando calmantes y que están asustados de que los asalten en su casa por sujetos que crean que tienen parte del botín de Esertval.
“No queremos que muestren nuestra casa, porque cuando nos tenían apuntados nos decían que tenían a nuestras familias”, dijo Moya, quien tiene cuatro sobrinos de entre 2 y 9 años.
Finalmente, Moya se mostró dispuesto a volver al trabajo, pero Bravo aseguró que “no me interesa ganar menos, pero no vuelvo a trabajar en eso”.