El 19 de septiembre, cuando los relojes en México marcaban las 13:14, el piso comenzó a moverse en varios estados del centro de ese país. Corrieron los segundos y el movimiento telúrico alcanzó su peak al llegar a la magnitud de 7,1. Varias casas, edificios e inmuebles en general se vinieron abajo y cerca de 320 personas perdieron la vida. Pero ese país tiene una alerta de sismos que si bien fue bastante criticada, de igual forma sonó. Y aunque este tipo de tecnología entregue sólo algunos segundos de margen para reaccionar, según los especialistas, puede salvar muchas vidas.
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«El sistema se basa en poder detectar las primeras ondas que se producen inmediatamente ocurrido un terremoto», indica a Publimetro Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile. «Las primeras vibraciones que aparecen son de menor amplitud y viajan más rápido» asegura y agrega que las ondas de mayor amplitud de un terremoto viajan más lento pero causan más daños. De este modo el sistema de alerta temprana de sismos permite capturar, con un margen de algunos segundos, esas ondas que «permiten anticipar las características del terremoto».
Para capturar esas ondas, complementa Barrientos, se requiere de estaciones de monitoreo instaladas en el mar. Estas deberían estar conectadas a un sistema que permita emitir una alerta, ya sea de sonido o bien, que active mensajes que se puedan enviar a los chilenos a través de teléfonos celulares. Pero, ¿cuánto tiempo darían de margen?.
«Entre 15 a 20 segundos», responde Barrientos. Señala, de todas formas, que esto depende de donde ocurra el epicentro y por eso compara a Chile con Japón, pues en materias tectónicas tendrían muchas similitudes. Fundamenta su respuesta diciendo que las placas más propensas a chocar están ubicadas a una distancia que va entre 150 y 200 kilómetros contados desde la costa. El tiempo que tomarían las ondas de mayor amplitud en llegar a territorio chileno permitiría a algunos tomar ciertos resguardos vitales para salvar vidas.
«Para algunos esto será muy largo y para otros ser muy corto, dependiendo del contexto», asevera el especialista agregando que «en una operación, por ejemplo, 20 segundos permitiría a un doctor tomar ciertas decisiones importantes».
¿Qué pasa con Chile?
Lo que relata Barrientos suena muy beneficioso pero ¿por qué aún no existe un sistema como éste en nuestro país? «La tecnología existe, la pregunta ciertamente es si en Chile puede implementarse o no un sistema. Entendiendo que Chile es un país sísmico, existen muchas posibilidades pero, ¿qué pasa con los recursos?», cuestiona el geógrafo especialista en sismos, Marcelo Lagos.
Para Barrientos, todo pasa por el tipo de sistema que se sugiere para nuestro país, que es uno similar al que tienen en Asia. «La gran ventaja que tiene Japón es que su sistema de control es submarino. Los focos ocurren bajo del mar y entonces, con la observación submarina, son capaces de captar las ondas antes de que lleguen a la tierra».
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«Nosotros no tenemos esos sistemas de observación bajo el mar», lamenta Barrientos.
Y Lagos desliza que más allá de instalar las estaciones de monitoreo, «se necesita fortificar su sistema de estudios sísmicos y para eso falta mucho».
Refiriéndose a dineros, Barrientos es más preciso. Según él se hizo una primera evaluación y pensando en la Zona Central, «se requiere de $700 millones de pesos (más bien un millón de dólares)».
Detalla que «el sistema se debe reforzar con un buen aparato sensores y un buen sistema de comunicación, que si bien se han desarrollado en el pasado, necesitan de una actualización», complementa Barrientos.
¿Qué pasa si falla?
El terremoto de magnitud 7.1 con origen en Puebla, México, duró aproximadamente 3 minutos. Y aunque su sistema de alerta se habría encendido, muchos de los afectados cuestionaron las versiones oficiales pues hay voces que dicen que no escucharon las alarmas. De hecho, la redes sociales es fácil encontrar comentarios que indican que simplemente no hubo aviso previo. ¿Falló el sistema?
Lagos cree que no. «Lo que pasa gran parte del asentamiento humano de la Ciudad de México y de los estados aledaños es gigantesco, estamos hablando de más de 20 millones de personas y todos estaban muy cerca de la zona donde se originó el sismo».
De hecho, esta es la clave para entender el sistema de alerta temprana: el epicentro. En ese sentido, el director del centro encargado de monitorear los sismos en Chile es enfático en explicar que esta tecnología podría ser útil sólo para cierto tipo de sismos: el de choque de placas. Por lo mismo, los que no se generan de esa manera no podrían activar la alarma con suficiente anticipación. Pero aún así defiende su postura.
«Chile, como Japón, tiene una gran cantidad de sismos originados por choque de placas. La ventaja es que allá las zonas donde habita mayor gente están alejadas de la costa y tienen un poco más tiempo para dar este aviso», asegura.
Agrega que el panorama chileno «es un poco más completo sobre todo porque no tenemos el número suficiente de mecanismos de observación». Y para eso, otra vez, falta mucho dinero, tiempo y voluntad.