«Santiago City» fue una teleserie de Mega (entonces Megavisión) que muy pocos recuerdan, donde pasaba algo que muy pocos evocan porque casi nadie la vio: promedió 5 puntos de rating. Tras la emisión de 17 capítulos, la sacaron del aire y la cambiaron por «Pinky y Cerebro». Aún así, los productores de esa mítica novela pueden llenarse de orgullo pues consiguieron más audiencia que el debate de los candidatos presidenciales que se realizó este jueves: un poquito más de 2 puntos.
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Organizada por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), la instancia consiguió reunir en el ex Congreso de Santiago a los ocho aspirantes a La Moneda, que no se dijeron mucho, a decir verdad. Según Roberto Izikson, Gerente Asuntos Públicos y Comunicaciones, la transmisión del evento -que se pudo ver a través de UCV y escuchar de forma simultánea por varias radios nacionales- consiguió 2,3 puntos de rating en TV. ¿Estuvo deslucido?
Eso es, al menos, lo que afirma el analista político Patricio Navia, quien en conversación con Publimetro aclara que «hubo poco debate, porque el formato era más bien entrevistas secuenciales: les hacían preguntas distintas a los distintos candidatos y no habría oportunidad para que debatieran a menos que ellos se interpelaran mutuamente»
El historiador y analista político Máximo Quitral refuerza esta idea. «Sinceramente fue un debate pobre, muy plano, fome, derechamente, no generó ninguna expectativa», declara.
¿Por qué tan poca discusión?
Quitral asegura que la fórmula que se usó para que las cartas presidenciales expusieran sus puntos de vista mermó un verdadero debate.
«El formato dio muy poco espacio a la interpelación, porque esa es el área donde se puede profundizar», expresó el también académico de la Universidad de Chile.
De hecho, declara que esta instancia pudo haber servido más a los candidatos «menos visibles» en los medios de comunicación y comenta que aquellos que están en los primeros puestos en las encuestas -Sebastián Piñera, Alejandro Guillier, Beatriz Sánchez y Carolina Goic- decidieron tomar una postura más bien mesurada.
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Para Navia, esto fue una estrategia política, pues si un candidato no hablaba o no interpelaba, evitaba abrir flancos. Esto es fundamental, para él, considerando que queda tan poco para las elecciones del próximo 19 de noviembre.
«Evidentemente Piñera no quiere debatir porque va primero. El que va a la punta nunca quiere hacerlo: Bachelet el 2013 tampoco quería. El partido lo juegan más a la defensiva. El que va segundo normalmente es el que ataca más pero en esta oportunidad Guillier estaba medio dormido en el debate, no tenía muchas ganas de hacerlo. Es como si vas perdiendo un partido y encima juegas en modalidad defensiva», compara el analista.
¿Por qué un rating tan bajo?
Navia descarta que la política actual chilena sea aburrida. «A la gente que le gusta esta materia, nunca es fome», defiende. Pero si tuviera que explicar por qué el nivel de audiencia fue tan bajo, partiría por mirar los programas de los candidatos que, a su juicio, «son más o menos los mismos de siempre».
Aún así incluye otros puntos en su observación. «Creo que el poco rating tiene que ver con varias cosas: la hora en la que se hizo, que no fue prime, lo transmitió un solo canal y, finalmente, porque la gente todavía no se entusiasma con la elección»
«Todo el mundo cree que Piñera va a pasar a segunda vuelta así que hay muchos que piensan que la verdadera carrera empieza en el balotaje», precisa.
El profesor Quitral, por su parte, ensaya una respuesta que tiene que ver con el desencanto de la ciudadanía con la política. «Estamos en un problema desde hace mucho rato y el dato del rating del debate, me parece que es un síntoma», reflexiona.
«Estamos frente a candidatos que no han sintonizado con la sociedad y por eso esta se aleja de la política», agrega el académico.
Es más, pronostica que estas elecciones tendrán una muy baja participación «no me cabe ninguna duda que va a ser así. Estamos en una crisis», advierte.
https://twitter.com/rizikson/status/913562375508447232