Análisis científicos, monitoreo constante y recomendaciones sobre el crecimiento de Santiago fueron algunas de las líneas maestras del más reciente informe técnico presentado este jueves, sobre una prominente vecina de la ciudad: la Falla de San Ramón.
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El director de Onemi Ricardo Toro anunció la creación de 30 equipos comunitarios en las siete comunas más sensibles, a fin de que la ciudadanía cuente con un plan de emergencia efectivo, ante eventos sísmicos.
«Estamos instalando equipos de tecnología avanzada, en los lugares donde se producen sismos pequeños, a fin de tener un mejor panorama de los escenarios de vulnerabilidad en la región metropolitana», expresó Toro.
Onemi anunció que, junto a la Intendencia Metropolitana y siete comunas adyacentes a la falla de San Ramón, han activado planes de emergencia. «A lo largo de la falla, existe un 40 % de territorio que no está habitado. Hay que alinear ese peligro sísmico a los planes reguladores».
«Les pedimos que no difundan informaciones erróneas, que causan alarma en la población. Hacemos un llamado a la tranquilidad y a documentarse por los canales oficiales», comentó el director de la entidad de prevención y emergencias.
Gabriel Vargas, geólogo de la Universidad de Chile y director del Proyecto Falla de San Ramón, aseguró que la referida falla geológica «tiene características especiales», cuya sismicidad debería estar por demostrarse. «Buscamos relacionar la falla geológica, con el medio urbano y de esa manera avanzar en la evaluación del riesgo propiamente tal».
El académico insistió en el hecho de que Santiago pueda crecer «de una forma sustentable», pero absteniéndose de construir en áreas cercanas a la falla, para evitar complicaciones mayores. las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto son las más próximas a la falla en estudio.
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«La evidencia nos dice que San Ramón ha generado terremotos en la antigüedad, pero como se mueven tan lentos no queremos alarmar a la ciudadanía», aseguró Gabriel Vargas.
Sergio Barrientos, profesor de la Universidad de Chile, asegura que los equipos centran el foco en hacerle seguimiento a los terremotos más chicos, los de magnitud 2, para poder delinear dónde está la falla. «Con esa información podremos extrapolar para analizar cada cuándo tiempo ocurren y así poder determinar los terremotos máximos».
Mario Pereira, director de Sernageomin, comentó que este proyecto lleva apenas un año y el último terremoto en ese lugar fue hace 7000.