Sin duda la figura del “Che”, en vida y hoy a 50 años de su muerte, continúa siendo controversial. Por un lado, tildado de un revolucionario defendiendo su ideal de liberar los pueblos latinoamericanos con anhelos “quijotescos”, como el mismo se denominaba, y por el otro, de un asesino que imponía su visión a punta de armas, es al mismo tiempo un hombre admirado y odiado.
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Una cosa es que en general se acepte que es una figura histórica importante, y otra cosa es que esa relevancia sea valorada positivamente en cuanto al legado político y a las teorías que defendió”, Eduardo Téllez, doctor en historia de la Universidad de Chile
Eduardo Téllez, doctor en historia docente de la Universidad de Chile y de la Universidad de Concepción, señala que “es una figura controvertible, de hecho es admirada por una parte de la sociedades latinoamericanas, especialmente inclinadas a pensamientos de izquierda o con las izquierdas digamos más radicales (…), pero también despierta mucha controversia y cuestionamientos en sectores amplios de la clase política y también de la sociedad civil, sobre todo por la recurrencia del método de la violencia para alcanzar fines políticos, en este caso la guerra de guerrillas”.
Pero más allá de si fue una figura positiva o negativa, Ernesto “Che” Guevara fue un personaje inolvidable para la historia latinoamericana. “Una cosa es que en general se acepte que es una figura histórica importante, y otra cosa es que esa relevancia sea valorada positivamente en cuanto al legado político y a las teorías que defendió”, agrega.
Médico de profesión, Guevara fue parte importante en el proceso revolucionario que llevó al poder a Fidel y Raúl Castro en Cuba.
Desde su niñez “ya presentaba algunas características de cierto liderazgo, de compañerismo, de preocuparse por problemáticas diversas y un poco diferentes para su temprana edad. Fue un diferente, digamos, en el buen sentido”, cuenta Adelina Coda, directora de Cultura de Alta Gracia, municipio argentino que administra el museo del Che Guevara.
Partidario de la violencia política, supervisó durante seis meses la represión contra los «contrarrevolucionarios» -de lo que nunca renegó- y dirigió por un tiempo el Banco Central de Cuba y el Ministerio de Industrias.
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A su infructuoso intento de propagar el fuego de la revolución armada en el Congo, siguieron meses de «desaparición», antes de que emprendiera en Bolivia su última guerrilla, donde fue fusilado por el ejército boliviano, con el apoyo de dos agentes de la CIA cubanoestadounidenses.
Adelina, quien enfatiza en que Ernesto “no se formó revolucionario así no más de un día para otro”, sino que era un hombre que se formó en los libros y la convivencia con distintas diferencias sociales, indica que “el ‘Che’ fue asesinado porque él fue adelante y creo que también por eso hoy es reconocido mundialmente, porque dejó la vida por lo que el creía, que era la liberación de los pueblos latinoamericanos y del Caribe”.
Su hermano, Juan Martín Guevara, cuenta a Publimetro Internacional que tal como “dijo Fidel en alguna oportunidad, el ‘Che’ se arriesgaba en cada cuestión a fondo, a veces sin calcular el valor de su propia vida para los demás. Puede ser así, pero también tenía un concepto del dirigente, que hacía que se pusiera al frente de las situaciones aun a riesgo de su vida”.
El mito del “Che”
“¿El romanticismo era de él o es de nosotros?”, pregunta el profesor Téllez y explica que, al igual como ocurre con la figura de Violeta Parra según el periodista Víctor Herrero, lo que se piensa del “Che” en buena medida son reconstrucciones posteriores.
“El ‘Che’ contra todo pronóstico, contra todas las hipótesis que le planteaban en la teoría del foco (un grupo guerrillero que se implanta en una zona agreste y que esté dispuesto a luchar contra el ejército y las masas se van unir indefectiblemente), que ya estaba siendo derrotada en toda Hispanoamérica, aún contra la evidencia racional, trata de demostrar lo contrario y así le va, termina liquidado él y sus hombres. Yo no soy de los que cree que estaba buscando la muerte o que era la huida hacia adelante como lo plantea el historiador Jorge Castañeda”, argumenta.
Esta percepción romántica que se tiene popularmente de Ernesto fue creada con la contribución del “periodismo, la literatura y también una cosa muy importante, estos reportajes y documentales que pasaban en los cines en blanco y negro, que acrecentaban ese tipo de mirar”, expone el historiador.
Pero, sin dudas, un elemento fundamental en la construcción de la leyenda del “Che” Guevara es sin lugar a dudas la famosa foto capturada por Alberto Korda, una de las imágenes más reproducidas de la historia en distintos formatos, que muestra al guerrillero con la boina negra que lleva una estrella en el centro mirando a lo lejos.
Esta fotografía ha sido usada por el capitalismo sin control alguno en carteles de protestas, en cervezas, poleras, gorros e incluso bikinis. Y claramente no inocentemente, ya que mercantilizó la imagen “Che” sin la esencia política del mismo, como señala el profesor Téllez.
En la misma línea del docente, el hermano del guerrillero indica que “la vulgarización hace que desaparezca el riesgo de que su pensamiento y acción sean conocidos y por tanto imitado. ‘Salvemos al mundo mercantilista e individualista del pensamiento y referencias revulsivas’ sería el concepto con el que se dirige esa campaña de vulgarización. Ya que no pueden hacer desaparecer del imaginario social su figura la vulgarizan”.
Sea como el hombre que se inmoló por amor a sus ideales o el guerrillero que se equivocó en el plan de ataque, la figura del “Che” seguirá presente en el imaginario colectivo ya sea admirado u odiado, en una lata de cerveza o en una bandera de lucha.