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Llegaron 66 refugiados sirios y ahora deberán enfrentar otra dura batalla: religión y comida en Chile

Las familias acogidas deberán dejar de lado el árabe para aprender español. Entre ellos hay musulmanes los cuales deberán sortear difíciles barreras culturales.

«Anhelamos que sean parte de Chile», fue lo que dijo la Presidenta Michelle Bachelet a los 66 refugiados sirios que llegaron en la mañana de este jueves al aeropuerto de Santiago. Después de 24 horas de viaje, las 14 familias que se encontraban en campamentos en el El Líbano terminaron separándose en dos grupos: unos se fueron a Villa Alemana, en Valparaíso, y los demás a Macul, en Santiago.

Será en ambas comunas donde estas personas, que vienen escapando de la guerra, tendrán que rehacer sus vidas. Todos saben que la batalla más dura que deberán enfrentar será el lenguaje -ellos hablan árabe-, pero no es la única: también deberán acomodarse a la cultura, el trabajo y la comida de Chile.

Religión

Así al menos lo cree Hernán Maluk, presidente de la Sociedad de Beneficencia Siria de Chile. Lo primero que identificó en los refugiados que llegaron era que algunos eran católicos y otros musulmanes, algunos incluso son matrimonios mixtos.

«Allá puede ser muy común pero acá deberán acostumbrarse», señala. «Los días feriados para los cristianos y para los musulmanes son diferentes. Que este último no vaya a trabajar en día de feriado religioso, en Siria, no es nada nuevo y se permite. Pero nosotros quizás no», declara.

Comida

Lina Tumani, directora de la agrupación Damas Sirias, agrega que hay algunas comidas que les va a costar conseguir acá. Por eso, informa, se preocuparon de prepararles una caja con algunos alimentos que son fundamentales en la comida de su país, como burgol, que es una especie de trigo seco y molido, y tahini, que es una salsa de sésamo. Según ella «son bastante caros y difíciles de conseguir».

Quienes tendrán una tarea más difícil serán los musulmanes pues, por su religión, deberán encontrar carnes que se encuentren bajo el concepto «halal». Estas deben cumplir con una serie de requisitos: que el animal no haya sido estrangulado, que no haya sido golpeado para matarlo o que todavía tengan sangre.

«Tiene que ser todo de vacuno. Ellos no pueden comer cerdo, ni gelatina proveniente de esa fuente» agrega Tumani. De hecho, hay aditivos «no halal» que también están prohibidos por el Corán, como aquellos que contengan piel o huesos de vaca. Tampoco pueden consumir alcohol.

Tumani habla con propiedad, pues se vino hace 24 años desde Siria y sabe que será complejo para sus compatriotas. «Uno puede acostumbrarse a vivir sin la comida árabe, pero lo otro, es súper importante, porque va de la mano con una creencia que tienen ellos», reflexiona.

Vivienda y trabajo

Cabe precisar que el proyecto de apoyo considera la entrega de una vivienda temporal, educación para niños, acceso a salud, aprendizaje de castellano y orientación laboral para refugiados sirios. Acá las municipalidades jugarán un rol fundamental.

Eso es lo que, al menos, destaca el alcalde de Macul, Gonzalo Montoya. En su comuna llegaron 7 familias, compuestas por hasta 6 miembros, pero también otras de dos. Por eso, cuenta, en términos de vivienda se «eligieron con pinzas» departamentos para cada una de ellas.

«Buscamos lugares residenciales con buena conectividad», declara la autoridad comunal. «Son sectores residenciales, tranquilos, de las villas Macul y La Católica que permitirán que la comunidad también los pueda integrar en el día a día», agrega.

Asimismo, el alcalde destaca que la búsqueda del trabajo será otra barrera pues el programa sólo considera la orientación laboral y no la entrega de un puesto.

«Como municipios no tenemos contemplado entregarles un trabajo, pero sí apoyo en la búsqueda de un puesto. A nosotros nos han contactado algunas empresas que están interesados en ver las competencias de estos nuevos vecinos pero nuestra tarea es orientarlos», detalla la autoridad comunal.

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