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Ideas para disfrutar la futura Línea 6: irse en el primer vagón y tomar una foto similar a esta

Yo les recomiendo que hagan lo mismo con la futura Línea 6: compórtense como niños. Total, ¿los van a volver a ver?

*Este artículo está escrito en primera persona. Sí, estudié cinco años en la universidad para hacerlo así de mal. 

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A ver, pequeños saltamontes. Yo ya me he subido a un metro con conducción automática, ejum, ejum. Y les voy a dar un consejo: váyanse en el primer tren. Fue así como tomé esta foto, que me gusta mucho, aunque no dice nada. Al menos la forma que tiene es rara y eso está bien. Como sea, esta es la historia.

No soy millonario ni nada, pero tuve la suerte de ir de paseo a Dinamarca. Tras bajar del avión, me fui directo al metro. Con complicaciones, capté que hay diferentes tarifas y que se aplican por zonas que tienen número y colores. Tras darle vueltas a un mapa que era más raro que político honesto, me di cuenta que según mi destino, debía pagar 35 coronas danesas (algo así como 3.470 pesos chilenos). Validé mi ticket y ya en el andén, la tecnología me maravilló.

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Primero, había un letrero electrónico que decía cuánto tardaba el próximo tren. Nunca fue más de 5 minutos. Segundo, las escaleras: eran eternas, pero estaban bien ubicadas. Encima, eran bien bonitas de fotografiar. Y tercero, barreras en los andenes (conocidas como «antisuicidio»), que te da luces de dónde se va a detener cada tren.  Con estas cartas sobre la mesa, decidí esperar el tren en la primera puerta (barrera), para irme adelante. ¡Obvio, quería ir mirando!

La estación en la que estaba era Lufthavnen (aeropuerto) así que al igual que yo, había otros turistas con la misma idea: subirse al primer vagón donde no había ningún tipo de conductor. Jamás iba a permitir aquello, así que saqué toda la «chispeza» y me puse al medio de la puerta, como haciéndome el tonto. No me costó mucho fingir, la verdad. Luego me saqué la chaqueta, para hacerme «más ancho» y no dejar pasar a nadie antes que mí. Finalmente, cuando llegó el metro, cual vieja velocirraptor, me subí de los primeros al tren y apoyé todas mis cosas en los dos primeros asientos: jaque mate.

Abordo del convoy, ocupé toda la ventana. Esperando a que la máquina partiera, me di cuenta que había una especie de «control» justo pegado abajo de la ventana: estaba diseñado para que los niños imaginaran que son ellos los que conducen la máquina. Hice lo que cualquiera de ustedes hubiese hecho: me fui jugando.

Tras pasar una estación haciendo el ridículo, me propuse comportarme. No obstante, en un momento de lucidez reflexioné: «¿Me van a volver a ver?», y luego agregué «Y si me vuelven a ver, ¿me van a reconocer?». En tercer lugar me dije «Y si me vuelven a ver y me reconocen, ¿me van a decir algo?». Gracias a esa filosofía, me fui jugando a que manejaba los convoyes dos estaciones más.

De pronto, noté lo que en verdad me llamaba la atención de esta particular escena: la forma en que se ve el túnel. Pensaba «esto debe sentir el chofer del Metro de Santiago». Hasta me acordé de David Bowman, el personaje de «2001, una odisea especial», en esa escena en la que se va a Júpiter. O, para los que no la han visto, digamos que me sentí como Homero Simpson cuando se compra un sillón con masajes.

Fue ahí cuando atiné a tomar mi cámara y fotografiar al infinito. Como la uso en modo manual, disminuí la velocidad de obturación y abrí el diafragma para tener una profundidad de campo baja. Me paré bien firme y disparé: ahí se armó la maravilla.

Casi como si fuera una obra del destino, tras eso anunciaron que la siguiente parada era la de mi destino, la estación Nørreport. Me bajé del tren con una imagen que quedó grabada no sólo en mi memoria SD, sino que también mi corazón.

Fotográficamente no dice nada. Pero al menos está ahí. Yo les recomiendo que hagan lo mismo con la futura Línea 6: compórtense como niños y disfruten a concho una tecnología que con el tiempo les va a parecer de lo más normal. Total, ¿los van a volver a ver? Y si los vuelven a ver, ¿los van a reconocer? Y si los reconocen…

 

* Las opiniones vertidas en este artículo no representan necesariamente la opinión de Publimetro. A decir verdad, no representan la opinión de nadie.

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