Los cinco argentinos muertos en un atentado en Nueva York se habían conocido en los bancos del Instituto Politécnico de Rosario, donde se graduaron en 1987, un colegio secundario donde los alumnos forjan lazos «para toda la vida».
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Eran diez los que viajaron a Manhattan para celebrar el 30 aniversario de su graduación en el ‘Poli’. Cinco perdieron la vida en las ciclovías barridas por la violencia.
Diego Angelini, Alejandro Pagnucco, Ariel Erlij, Hernán Mendoza y Hernán Ferruchi, eran arquitectos o empresarios. Habían arribado el sábado y se disponían a pasar una semana en Nueva York.
Los viajeros de entre 48 y 49 años habían arrendado unas bicicletas e inclusive algunos tenían comprados los recuerdos para sus familias, las que volverían a ver una vez que terminara su viaje el próximo domingo.
«Diego tenía cuatro hijos. Era un hombre alegre, generoso, amable», lo recuerda Laura Racca, una ex alumna del ‘Poli’. Trabajaron juntos en un estudio de arquitectura.
La misma profesión poseía Alejandro Pagnucco (49) estaba casado y tenía tres hijas, sus amigos y conocidos lo recuerdan como simpático y bromista, de acuerdo al diario transandino La Nación.
Ferruchi (49), que deja una hija, fue uno de los creadores del lujoso proyecto de Condominios el Alto. El club de vóley donde solía jugar en su juventud dispuso tres días de duelo, de acuerdo al mismo medio.
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Una de las víctimas, Erlij, de 48 años, era gerente de una empresa siderúrgica. Fue quien se habría encargado de organizar el viaje y había pagado el boleto de avión de algunos amigos, según lo cuenta la prensa local.
Era un grupo unido, rebeldes, sabían lo que querían y luchaban para lograrlo con convicción», recuerda Ricardo Berlot, profesor de Informática que tuvo como alumnos a las cinco víctimas.
Catalogado como «un tipo muy dedicado a todo lo que hacía» por su hermano de acuerdo al medio argentino, Hernán Mendoza era el deportista del grupo. Representó a Argentina en un campeonato sudamericano de atletismo, además de jugar rugby y futbol de vez en cuando, agrega su hermano.
En el grupo de diez argentinos, cuatro resultaron ilesos, mientras que Martín Marro, que reside desde hace unos años en Boston, se recupera de las heridas en el Presbyterian Hospital de Manhattan.
«Era un grupo unido, rebeldes, sabían lo que querían y luchaban para lograrlo con convicción», recuerda Ricardo Berlot, profesor de Informática que tuvo como alumnos a las cinco víctimas.
Las familias partieron el miércoles desde Rosario, 300 km al norte de Buenos Aires, y emprendieron vuelo tras una escala en la capital argentina donde realizaron los visados necesarios y partieron hacia Nueva York, donde eran esperados este jueves para realizar los trámites de repatriación de los cuerpos.
Homenajes
Como muchos ex alumnos, Racca acudió este miércoles a las 20:00 locales (23H00 GMT) a una ceremonia de homenaje frente al colegio. Es una más entre el centenar que acudió a dejar una vela encendida.
«Es terrible lo que pasó. Tan injusto», dice llevándose las manos a la cabeza. El viaje a Nueva York refleja el espíritu de unión en el Politécnico. «Uno se imagina que después de 30 años ni siquiera se verían para tomar un café, pero no, ellos se iban de vacaciones juntos», señaló.
Igual que Miguel Molachino de 49 años, que por cercanía de edad conoció «fugazmente» a las víctimas en el colegio. «Quiero compartir el dolor de la familia, me podría haber tocado a mí, es muy importante estar presente», dijo.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó el jueves al presidente de Argentina, Mauricio Macri, y le expresó sus condolencias por las cinco víctimas mortales argentinas en el atentado terrorista, informaron fuentes oficiales del país austral.
Integrantes del Concejo Municipal (Poder Legislativo) y otras autoridades de la ciudad de Rosario homenajearon a los cinco argentinos muertos en el atentado terrorista del pasado martes en Nueva York.
En el acto, celebrado en el salón de las banderas del Monumento a la Bandera, uno de los emblemas de la ciudad, ediles de todos los sectores políticos sostuvieron una bandera con el crespón negro del luto y un mensaje: «Rosario le dice no al terrorismo y abraza a sus víctimas».
Rosario decretó un duelo de tres días. La dirección de la escuela declaró cinco días y colocó la bandera a media asta como homenaje a sus ex alumnos.