El encarcelamiento de nueve miembros del gobierno catalán depuesto el jueves por la noche dio pie al anuncio de una semana de manifestaciones que concluirá con una gran protesta el 12 de noviembre en Barcelona.
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Los políticos son sospechosos de sedición y rebelión por el proceso que condujo a la proclamación de la independencia el 27 de octubre, en el parlamento, unos delitos que acarrean hasta 30 años de cárcel. Uno de los consejeros (ministros regionales) salió en libertad provisional bajo fianza, pero el resto permanecerá en la cárcel.
Este viernes, la juez Carmen Lamela podría dictar una orden europea de detención contra el presidente depuesto Carles Puigdemont y los cuatro consejeros que se fueron con él a Bélgica.
Pero los exconsellers han tenido la suerte, dentro de la desgracia, de haber acabado todos en el mismo centro penitenciario y en la prisión más nueva de Madrid y una de las más modernas de España.
La cárcel de Estremera (oficialmente, Madrid 7), en la que han ingresado el ex vicepresidente Oriol Junqueras y otros seis exconsellers del Govern, es la más moderna de la Comunidad de Madrid, inaugurada en el 2008 por el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Es una prisión situada en el límite provincial entre Madrid y Cuenca que cuenta con 1.214 celdas de 11 metros cuadrados distribuidas en 16 módulos y capacidad para acoger a 1.500 internos.
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Un coste de 100 millones
Además de los servicios habituales con los que cuenta una prisión, Estremera tiene algunos ‘lujos’ poco habituales en una cárcel: así, en su interior presume de una gran piscina, una sala de ping pong, una gran biblioteca, zonas deportivas, espacios ajardinados, un gimnasio, aulas educativas, salas audiovisuales, salón de actos… espacios para el recreo pocos comunes en el lugar en el que las personas acuden para rehabilitarse después de haber cometido algún delito.
La prisión, que costó 100 millones de euros y ocupa una superficie construida de 91.761 metros cuadrados, dispone de los llamados ‘módulos de respeto’, lugares en los que los presos se responsabilizan de las normas de convivencia.
El edificio de enfermería, que cuenta con 64 camas, acoge también una consulta bucodental y equipos de telemedicina, lo que evitará salidas innecesarias de los internos a los hospitales de la zona.