El Gráfico Chile

Perú es un país Guerrero

Los jugadores de la selección peruana rindieron constante homenaje a su suspendido delantero en una clasificación que nunca les fue fácil.

El camino de Perú al Mundial de Rusia 2018 no fue nada de fácil y tampoco lo podía ser esa puntada final que significaba el repechaje ante Nueva Zelanda. Además de tener sobre los hombros la presión de cortar una racha de 36 años sin jugar la máxima cita futbolística, la nueva camada de jugadores que empezaron a rendir frutos bajo la dirección técnica de Ricardo Gareca tampoco iba a poder contar con su máximo referente: Paolo Guerrero. 

Antes de jugar el partido de ida ante los oceánicos, los peruanos recibían su primer mazazo: la suspensión de 30 días que le impuso la FIFA al delantero por salir positivo en un control doping y que le impediría estar en la repesca ante los oceánicos. El segundo golpe vendría en Wellington. Un empate sin goles ante los neozelandeses obligaba a Perú a definir todo bajo la presión de su público en el Nacional de Lima. Eran 45 mil personas que repletaron el recinto y que estaban ilusionadas con dejar atrás la ya antigua clasificación al Mundial de España 1982 para construir una nueva historia.

Cortar una racha de 36 años sin jugar la máxima cita futbolística y dejar los fracasos del pasado no era fácil y menos para un grupo de jugadores que empezó a sumar minutos y a tomar cancha recién en estas clasificatorias. Pero demostraron tener el corazón de un guerrero incaico. Y también de otro Guerrero, de Paolo. 

Con su máxima figura apoyándolos desde fuera por la sanción de la FIFA, los dirigidos de Ricardo Gareca sabían que la mejor forma de ayudarlo era dándole la alegría de la clasificación al Mundial de Rusia 2018. Dándole la posibilidad de jugar un Mundial por el que tanto luchó en Clasificatorias anteriores.

Así fue como todos los homenajes estuvieron dirigidos a su principal Guerrero. Ya en el calentamiento lo demostraron. Apenas salieron por primera vez a la cancha del Nacional de Lima, los jugadores lo hicieron con Paolo en la mente y lo dejaron en claro con las camisetas que llevaban puestas y que tenían inscrita la cara de su máximo referente, el mensaje «Fuerza Paolo» y el dorsal «9» en la espalda. Era un primer indicio que iban a dejar todo el corazón por el pueblo peruano y también por su suspendido delantero.

Con esa garra que les entrega ser herederos de los Incas, los peruanos salieron a jugarse la vida ante Nueva Zelanda y rápidamente se fueron generando ocasiones. Opciones de gol que no salían y que hacían crecer el nerviosismo. Pero la gloria estaba reservada para un jugador que había sido resistido en su momento: Jefferson Farfán, el compadre de Paolo Guerrero.

Amigos desde pequeños, la Foca no dudó en celebrar ese gol que hizo estallar al Nacional de Lima con la camiseta del gran ausente. Las lágrimas lo desbordaron y el beso al «9» de la tricota peruana no se hizo esperar. Luego, el tanto de Christian Ramos en el segundo tiempo sería la guinda de la torta para una fiesta perfecta.

Gracias por el apoyo, Paolo, esto es para ti. Le prometí esto y esperamos que pueda ir al Mundial con nosotros porque es un jugador muy importante. Con todas las fuerza y con todo el amor que le tengo a mi compadre, yo sé que él también está con todas las ganas de estar aquí

«Paolo, Paolo, Paolo», fue uno de los primeros gritos que se apoderó de las tribunas una vez que terminó el partido con el pasaporte a Rusia ya listo para el 2018. El mismo que entonó Christian Cueva cuando tomó el micrófono para celebrar en medio del Estadio Nacional ese ansiado pase a un Mundial que renovara las añejadas fotos que había de recuerdo desde la última máxima cita futbolística a la que Perú había accedido hace ya lejanos 36 años. 

El gran ausente de la fiesta estuvo más ausente que nunca. Perú es un país Guerrero. 

 

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