Apartado el domingo de la dirección de su partido, Zanu-PF, Robert Mugabe, de 93 años, sigue siendo el presidente de Zimbabue, pero su poder pende de un hilo.
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Al día siguiente de las manifestaciones masivas que exigían su renuncia, las negociaciones se reanudaron el domingo entre el jefe de Estado y el mando del ejército que tomó el control del país, para intentar poner término a su reinado.
Se barajan tres posibles escenarios para su salida:
– La dimisión –
Según el artículo 96 de la Constitución de Zimbabue, el jefe de Estado puede presentar su dimisión por carta al presidente del Parlamento, que la tiene que tomar en cuenta en las 24 horas siguientes.
Es la solución más rápida, la más simple y la menos dura. Salvo que, hasta ahora, Robert Mugabe resiste.
En una primera reunión el jueves con el jefe del Estado Mayor del ejército, el general Constentino Chiwenga, el «camarada Bob» rechazó categóricamente dimitir.
Hay también un obstáculo político. En caso de dimisión del presidente, la Constitución estipula que debe ser sustituido por el vicepresidente, hasta que se celebren nuevas elecciones.
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El problema actual es que Emmerson Mnangagwa, candidato favorito de los militares, fue destituido de su puesto de vicepresidente la semana pasada, provocando la crisis actual. Sería entonces el otro vicepresidente, Phelekezela Mphoko, cercano a Grace Mugabe, el que tomaría el relevo de la presidencia, lo que el ejército quiere evitar.
Se necesitaría entonces que Robert Mugabe volviera a nombrar a Mnangagwa, algo que por el momento parece difícil que ocurra.
– La destitución –
La Asamblea Nacional y el Senado pueden iniciar, con una mayoría simple de los votos de sus miembros, un proceso de revocación del presidente por «falta grave», «incumplimiento de la Constitución», «violación deliberada de la Constitución» o «incapacidad».
Tras el voto, las dos cámaras designan una comisión conjunta que propone la votación de una resolución de destitución, que tiene que ser aprobada por mayoría de dos tercios, según estipula el artículo 97 de la Ley fundamental.
La inmensa mayoría de los diputados y senadores de Zanu-PF, así como los de la oposición, parecen favorables a la salida del jefe de Estado. La formación Zanu-PF ya amenazó este domingo con lanzar el proceso si Mugabe no dimitía antes del lunes al mediodía.
Pero esta opción podría llevar tiempo.
Y como en el caso anterior, nada garantiza que el ejército logre colocar a su candidato favorito, Mnangagwa, y no sea Mphoko el que ocupe el puesto.
– Por la fuerza –
En la madrugada del miércoles, el ejército intentó que su intervención militar tuviera apariencias legales.
«No se trata de una toma del gobierno por militares (…) Nuestro objetivo son criminales del entorno» de Mugabe, declaró su portavoz, el general Sibusiso Moyo, en un discurso transmitido por la televisión estatal aquella noche.
La Unión Africana (UA) y la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) alertaron al ejército contra cualquier forma de expulsar a Mugabe fuera de los procesos legales.
Los generales parecen haber entendido bien el mensaje ya que, por el momento, ha privilegiado la vía del diálogo y la presión contra el «camarada Bob», como cuando alentaron las protestas masivas del sábado.