Mientras crece la desesperación y la ira entre los familiares de 44 marinos perdidos a bordo del submarino ARA San Juan, esta noche llegó a la ciudad de Comodoro Rivadavia, en el sur de Argentina, un enorme avión ruso que transporta lo que podría convertirse en la última esperanza de hallar al sumergible.
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El aparato, un Antonov 124-100, tiene 60 metros de largo. En su interior aguarda un sofisticado robot submarino Pantera Plus, que puede ser dirigido a control remoto.
El sumergible se utiliza usualmente para la reparación de tuberías de petróleo y gas submarinas. Posee un sonar que escanea el fondo marino y puede llegar a 1.000 metros de profundidad.
Esta capacidad es clave debido a la sospecha que el ARA San Juan puede encontrarse posado en el fondo del océano, en una zona del talud continental. En esa área, la profundidad comienza a descender abruptamente.
Expectación por rescate de submarino
El enorme avión de transporte fue recibido por cientos de personas que se congregaron en el terminal aéreo. Los asistentes saludaron el paso de la aeronave y se asombraron con su enorme tamaño.
Tras una escala técnica, el Antonov debía partir en vuelo a Ushuaia, en el extremo sur. Desde allí comenzaría su despliegue en el área donde se tuvo el último rastro del submarino argentino.
Diez países, entre ellos Chile, colaboran con buques y aeronaves en la desesperada búsqueda del ARA San Juan. Una última y ominosa pista es la detección de un intenso ruido submarino que podría corresponder a una explosión.
Las principales teorías sobre el destino de la nave trasandina apuntan a una posible falla en sus baterías. Ella habría sido provocada por la entrada de agua a través del snorkel. Este es un dispositivo que se eleva hasta la superficie del mar, cuando la nave está sumergida, para captar aire que alimente los motores diésel del submarino.