Las condiciones en que se vivía en China amediados de los años 80 los obligaron a salir de su país. Así fue como arribó a Chile Sam Huang y su familia, con el objetivo de empezar una nueva vida.
Sam, proveniente de Cantón, una ciudad del sur del gigante asiático donde la cocina es uno de los mayores negocios, aprendió español en Chile, pero no pudo terminar los estudios. De todas formas, esto no fue impedimento para que desarrollara sus habilidades de emprendedor, por lo que cuando tenía 20 años su mamá le entregó alrededor de $8 millones. Abrió su primer restaurante y ahí comenzó su travesía.
“Arrendé un local chiquito y yo lo amueblé y adapté para un restorán que tenía nueve mesas”, cuenta Sam y agrega que “no pensé en gastarme la plata porque lo único que sabía hacer era (el trabajo de) restorán, además como no tenía otros estudios, no podía buscar otro trabajo”.
“Nueva China” era el nombre del restorán, que Sam vendió, luego de sufrir varios asaltos. Pero no se rindió. En 1997 este emprendedor encontró un local en Independencia, al que le puso el mismo nombre. “En esos tiempos, la verdad, no existían restoranes chinos en barrios, todo se concentraba en el centro, Las Condes, Vitacura, sectores más acomodados y tranquilos”, cuenta.
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A su juicio, uno de los elementos que lo ayudaron en su éxito es que, para él, la calidad de la comida era y es primordial: “A mí me preocupaba mucho la cocina, y yo mismo cocinaba”.
“Cuando fui a Perú me abrió los ojos, hay muchos platos de buena calidad, por eso hicimos acá (en Chile) un restorán con equipo de cocina peruana”, cuenta Sam.
Cuando llegó a Independencia, la decoración también pasó a ser importante: “Ya no usaba la típica lámpara roja con dragones, yo tenía una con lágrimas”. El éxito fue tal, que debió arrendar locales aledaños hasta que consiguió un restorán con capacidad para 500 personas, asegura. Entonces se lanzó a Maipú y abrió otra sucursal y en 2005 se lanzó a Las Condes.
“Tenía varias opciones: Las Condes, La Florida o Maipú. Me gustaban y tienen hartos habitantes, pero antes de elegir analizo los restoranes que están alrededor para ver si puedo ser mejor que ellos, porque si no, no lo pongo”, aclara Sam.
Después de unos años, Sam vendió el local de Maipú por diferencia con sus socios. Tras esto, el empresario viajó a Perú, donde se enamoró de a gastronomía local.
“Cuando fui a Perú me abrió los ojos, hay muchos platos de buena calidad, por eso hicimos acá (en Chile) un restorán con equipo de cocina peruana”, cuenta Sam sobre “Sabor y aroma”, su última apertura en la comuna de Lo Barnechea. Este recinto es una mezcla de gastronomía peruana con japonesa y tailandesa. “Queremos hacer el mejor restorán y con la comida china es difícil que llegue a un lugar muy alto, porque es más popular en Chile, la cocina peruana es elegante”, sostiene Sam.
Respecto a sus proyectos futuros, este empresario asegura que “no quiero dedicarme toda la vida a restoranes”. De hecho, ya está trabajando en un negocio delivery en forma de aplicación, similar a PedidosYa.
Escasez de chilenos, abundancia de extranjeros
En los restoranes de Sam trabajan varios garzones venezolanos, peruanos, colombianos y haitianos. “Cada día cuesta encontrar chilenos que quieran trabajar en este rubro”, dice.
“He encontrado una gran ayuda en los inmigrantes”, dice Sam y agrega que ellos “vienen a Chile porque sus países no están bien, como nosotros cuando vinimos de China”.
Sam entiende que a muchos no les gusta trabajar en este rubro al ser sacrificado, “pero los extranjeros necesitan trabajo sí o sí, por lo que no tienen mucha opción”.