A 12 días de la desaparición del submarino argentino con 44 personas a bordo, cada vez surgen más indicios de irregularidades en la Armada. El domingo se reveló un informe del Ministerio de Defensa de ese país que denuncia irregularidades en el proceso de compra directa de las baterías del «ARA San Juan».
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De acuerdo a la investigación desarrollada durante los años 2015 y 2016 por la cartera, la Armada habría comprado insumos con garantías vencidas con el fin de beneficiar a ciertos proveedores, incumpliendo así «los estándares normativos y operativos para la reparación de media vida y el recambio de baterías, de acuerdo al diario La Nación.
Los informes secretos, alertan respecto a «irregularidades detectadas» dentro de la órbita de la armada y «un sinnúmero de maniobras irregulares y tendenciosas que tenían como único fin» la compra de las baterías «a las firmas Ferrostaal y/o Hawker, de manera indistinta como único proveedor solvente», revela el medio.
Otras acusaciones
La revelación del informe del Ministerio de defensa trasandino se suma a la serie de cuestionamientos que han surgido la semana pasada.
Sin duda el que más polémica generó, fue la denuncia de Itatí Leguizamón, abogada y esposa del tripulante Germán Suárez, quien reveló que la máquina ya había tenido problemas durante el 2014.
Se hizo una búsqueda para quedar bien, porque mandaron una mierda a navegar, en 2014 ya había tenido problemas porque no pudo emerger y eso no trascendió. Ahora no me importa que se sepa todo si total él ya no está», dijo Itatí Leguizamón.
«Se hizo una búsqueda para quedar bien, porque mandaron una mierda a navegar, en 2014 ya había tenido problemas porque no pudo emerger y eso no trascendió. Ahora no me importa que se sepa todo si total él ya no está», dijo.
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Sin embargo, el analista y experto en cuestiones militares Rosendo Fraga, de la consultora Nueva Mayoría criticó duramente a la Armada y al Estado argentino en general en entrevista con AFP.
«El nivel de accidentes en las fuerzas armadas ha estado por encima de lo normal y ello ha tenido que ver con la antigüedad del material y la limitación de recursos para mantenimiento y adiestramiento», dijo.
El descuido en la modernización de las FFAA «es consecuencia de una visión anti-militarismo que surgió en el mundo político tras el último golpe militar (y dictadura entre 1976-83) y por la falta de prioridad o urgencia, del tema militar en las últimas décadas», fundamentó el analista.
«El 90% del equipamiento de las fuerzas armadas (FFAA) argentinas tiene entre 30 y 50 años de antigüedad. Si tomamos el caso del submarino San Juan, se incorporó a la Armada hace 32 años y era uno de los buques más modernos», reveló Fraga.