Las tres mujeres que han decidido desafiar al presidente ruso, Vladímir Putin, en las elecciones presidenciales de marzo tienen una cosa en común: son periodistas y están vinculadas con la televisión.
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«No soy un político, soy una periodista que sabe que la situación en su país es injusta», afirmó Ksenia Sobchak, la más popular de las tres candidatas en liza, en una entrevista con la BBC.
Desde la caída de la URSS sólo dos mujeres, Ella Pamfílova, actual presidenta de la Comisión Electoral Central, y la política liberal Irina Jakamada, han postulado su candidatura al Kremlin, aunque con desigual suerte, ya que la primera logró un exiguo 1 % de los votos en el año 2000 y la segunda un 3,9 % en 2004.
Nadie lo volvió a intentar, aunque en los últimos años la alta política rusa ha dejado de ser «terra incógnita» para las mujeres, ya que Putin, que es acusado a menudo de pecar de machismo trasnochado, ha promovido a varias de ellas a cargos de responsabilidad en la Administración.
«En la Rusia actual la cualidad que necesitas para desafiar a Putin y cambiar las cosas es ser valiente», asegura Sobchak, de 36 años.
Hija del antiguo alcalde de San Petersburgo, Anatoli Sobchak, padrino político del jefe del Kremlin, a Ksenia nunca le han faltado ni descaro ni agallas, especialmente desde que se embarcara en el mundo de la televisión basura.
Sobchak labró su popularidad al presentar durante ocho años (2004-2012) el programa «Dom-2», el «reality show» más longevo de la televisión mundial, principal motivo por el que tiene problemas para que se la tomen en serio.
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Las encuestas dicen que Sobchak cuenta con una intención de voto del 10 %, aunque es verdad que su índice de desaprobación rebasa el 50 %, cuando ni siquiera ha comenzado oficialmente la campaña.
Y es que muchos consideran que, aunque ha prometido fundar un partido tras las presidenciales, las elecciones no son más que una operación de relaciones públicas, mientras otros creen que es una agente del Kremlin cuyo objetivo sería torpedear a la oposición radical.
«Estoy a favor de la evolución, no de la revolución. Necesitamos una nueva Perestroika. No quiero una revolución en las calles, ya que sería muy sangrienta», insiste.
Debido a su negativa a atacar personalmente a Putin, del que dice que salvó la vida de su padre, el líder de la oposición extraparlamentaria, Alexéi Navalni, se ha negado a apoyarle, pese a que está inhabilitado.
«Espero que sea lo suficientemente inteligente y apoye mi candidatura. Seré la única que será registrada», señaló Sobchak.
Aunque se opone al boicot, su campaña tiene como lema el «voto contra todos», lo que le valió un rapapolvo de Putin en la reciente conferencia de prensa anual, donde le acusó de carecer de una «programa positivo».
La segunda candidata, Ekaterina Gordon, comparte con Sobchak el hecho de ser de la misma generación, además de su deseo de reducir los poderes presidenciales y convertir Rusia en una república parlamentaria.
Gordon considera «peligroso, extraño e irracional» vivir en un país donde todas las decisiones importantes las toma una sola persona: Putin.
«En un país democrático una persona no puede nombrar al primer ministro e influir en todo lo que ocurre», dijo la exesposa del cineasta Alexandr Gordon.
Esta periodista tampoco tiene pelos en la lengua y asegura que la mayoría de altos funcionarios y diputados han obtenido su escaño previo pago de grandes sumas de dinero, lo que considera una aberración.
«Gordon por las mujeres», se llama su campaña en la que propone, entre otras cosas, retirar el carné de conducir e impedir viajar al extranjero a aquellos hombres que no paguen la pensión a sus antiguas esposas.
Además, propuso crear un indicador de la efectividad de la gestión gubernamental que garantice la destitución del Ejecutivo en caso de que aumenten, por ejemplo, las disparidades entre ricos y pobres.
La tercera mujer es la empresaria y presentadora Larisa Renar, cuyo programa electoral lo dice todo: «El derecho a la felicidad».
Escritora y psicóloga de formación, Renar considera que la principal misión de un presidente es hacer que Rusia sea un país de gente feliz y que el índice de felicidad debe ser uno de los principales parámetros para valorar la gestión gubernamental.
Renar, de 51 años y que aboga por crear incluso un Ministerio de Felicidad, aspira a ser el segundo candidato más votado el 18 de marzo de 2018.
En cuanto a Crimea, al contrario que Sobchak, se muestra firme a la hora de respaldar la anexión rusa de la antaño península ucraniana.EFE