Este artículo está escrito en primera persona.
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Eran las 15:00 y cientos de personas se paseaban por el Paseo Bandera, la antigua calle Bandera que era parte del recorrido 143 y 124 de las micros amarillas. Histórica no sólo por ser más vieja que el zumbido de Messenger, sino también porque está a media cuadra de La Moneda y de Paseo Ahumada. Y este miércoles, tras varios meses cerrada, la abrieron y sorprendió a los santiaguinos con una remozada imagen.
«Jefe, ¿puedo ir al Paseo Bandera?», le pregunté una hora antes al mandamás de la oficina tras ver las fotos de algo que me parecía bacán. Además, era la excusa para salir de la oficina donde estaba más aburrido que conserje sin tele. Con ciertos reparos y tras varios minutos de pensarla bien, aceptó. Sabía que yo iba a cumplir al pie de la letra la definición de «paseo»: «acción de pasear o pasearse», según indica la Rae. Es decir, iba a perder el tiempo.
De ‘shores cortos’ y polera, nadie sospechaba que yo era periodista cuando me bajé del metro Plaza de Armas. Caminé hasta filtrarme como un santiaguino más. Así fue como caché que la gente disfrutaba en serio del paseo. Se sentaban en los asientos, en las tumbonas, disfrutaban su buen mote con huesillos. Por supuesto, se tomaban selfies como locos. Pero apenas veían una cámara de televisión, a algún reportero gráfico o un periodista, como que volvían a ser santiaguinos serios y caminaban como si nos les interesara nada.
Sabido es que ciudadanos bajo perfil con la prensa son como ingleses y escoceses, o galeses y escoceses, o japoneses y escoceses, o escoceses y otros escoceses. Es decir, no se llevan bien y se cohiben. Mala.
Yo creo que eso pasa porque la gente piensa mucho en el «qué dirán». Más de alguno hemos escuchado «¡Ay! Van a decir que somos huasos». Yo pienso que está mal, loco, de verdad. Me acuerdo cuando abrieron el Costanera Center e inauguraron la fuente de agua que hace figuras. Esa misma que causó conmoción en las redes sociales. Una compañera de otro trabajo dijo «¡pero qué huasos son!». Hace unos días atrás, cuando ocurrió el halo solar, de nuevo. Otra persona de acá volvió con esa frase «¡pero cómo tan huasos!».
Loco, ¿qué le pasa a esa gente? Yo, que soy de los que me tomé fotos con las figuras de agua del Costanera Center, con el halo solar y en el Paseo Bandera les digo: no, no tiene nada de malo ser huaso. Además, el huaso representa la identidad nacional. Pero más allá de eso, no tiene nada de malo sorprenderse con estas cosas.
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El Paseo Bandera es agradable a la vista. Tiene unas plantas, todas desnutridas, pero están al fin. El sol rebota en el piso, sí, pero en la sombra se está bien. No será la calle más bonita de Santiago pero, ¿saben? Está bien. Yo no he visto algo parecido en esta ciudad. Y si es huaso sacarse una selfie con el efecto 3D, que no de vergüenza hacerlo. Al final, la imagen va a quedar para usted. La amargura, para los otros.
*Las opiniones vertidas aquí no representan necesariamente el pensamiento de Publimetro