Para cumplir sus últimos deseos, el príncipe Enrique, nacido en Francia y esposo de la reina Margarita de Dinamarca, no recibirá un funeral de Estado. Enrique, que falleció la noche del martes a los 83 años, será cremado el próximo martes 20 de febrero en la capilla del palacio de Christiansborg, sede del Parlamento danés. Sus cenizas se repartirán entre el mar y los jardines de Fredensborg, su residencia real favorita. Esta incluso es mencionada en uno de los poemas del libro que publicó en el año 2014: En mis noches serenas.
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Ello, pese a que la reina tiene un sarcófago especialmente diseñado para la pareja en la catedral de Roskilde, donde descansan los restos de la familia real danesa desde 1559. La decisión de no ser enterrado junto a la reina es la consecuencia de no haber tenido un trato igualitario en relación a su esposa. Enrique vivió insatisfecho por años con su papel y el título, pues jamás llegó a ser nombrado rey.
«La reina no me respeta», declaró. «Me convierte en un bufón. No me casé con ella para que me entierren en Roskilde. Como persona debe saber que, si un hombre y una mujer están casados, deben ser iguales. Si quiere que me entierren con ella, que me haga rey consorte. Y punto», declaró Enrique en agosto del año pasado.
En setiembre del año pasado la Casa Real Danesa anunció que el príncipe padecía de Alzheimer. Al parecer, se quería dar a entender que sus declaraciones desafortunadas se debían a su enfermedad. Sin embargo, su funeral será su protesta final.
Antes de la cremación, el ataúd cerrado de Enrique será expuesto al público durante tres días en el Palacio Central de Copenhague.
El príncipe, cuyo nombre de pila es Henri Marie Jean Andre de Laborde de Monpezat, conoció a Margarita en Londres cuando era un diplomático de la embajada francesa. Se casaron en 1967, cambió su nombre a Henrik (Enrique en danés), se convirtió a la iglesia luterana de Dinamarca y obtuvo el título de príncipe consorte. La pareja tiene dos hijos, el príncipe heredero Federico y el príncipe Joaquín. AP