Si usted es fan, seguidor o admirador del ex número uno del tenis ATP, Marcelo «Chino» Ríos, no busque una polera suya con sus famosas frases en el portal de las tiendas Ripley, porque ese producto ya no está disponible.
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Consultado el departamento de comunicaciones de esa gran cadena sobre el particular, declinaron pronunciarse. «Por ahora, la marca no se está refiriendo al tema», aseguraron, aunque no hay que ser muy lento, o jugar en cancha de grama para inferir que la agresión verbal a un grupo de periodistas deportivos, en la pasada fase de la Copa Davis unas semanas atrás, tuvo sus consecuencias.
Lo que partió el pasado 23 de noviembre de 2017, con una agresiva y vistosa campaña publicitaria que le dio un espaldarazo a las poleras con mensajes míticos del jugador, parece haber vivido un punto de quiebre.
¿Por la boca muere el pez?
Citando a un amigo Diego Armando Maradona, Ríos convocó a los periodistas deportivos para que la «chupasen», grosería que le valió una condena por el Círculo de Periodistas Deportivos y una multa de US $ 2500 por parte de la Federación Internacional de Tenis.
Para Christian Leporati, director de la escuela de publicidad de la Universidad Diego Portales «cuando las empresas contratan rostros conocidos, esperan que estas personas se ajusten al espíritu y valores de esa organización».
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Apunta el académico, que entre los atributos que se espera de estos rostros, es que sean estables y consistentes en el tiempo. «A menos que la empresa asuma una postura rupturista o contabilice el riesgo de contratar a un rostro con rasgos controversiales, hay un potencial problema en la campaña. Para una empresa con valores universales, con públicos universales, figuras públicas o rostros cuya identidad están vinculada al conflicto, las cosas son complicadas».
Agrega el académico que, de primera mano, conoce casos en los que es la figura pública que se deslinda de la empresa. «Recuerdo el de Iván Zamorano, cuando era imagen del sistema de Transporte Transantiago. Lo buscamos por su facilidad de palabra y respetabilidad. Dada la caída en la calidad del servicio, el ex jugador del Real Madrid se desvinculó de la campaña publicitaria, porque la gente le reclamaba donde lo veía.
Las celebradas poleras, que llegaron a costar $9.900, hoy están devaluadas en las tiendas a 2 x $5.990.