Estos son los tres verbos que utilizó el Papa Francisco para describir la actitud cuaresmal. Y de paso, en el hemisferio sur, comenzar bien el año.
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La verdad, febrero se ha transformado para muchos en un mes tan movido y revuelto como el resto del año. Tanto más nos sirven los consejos papales para comenzar buen el año.
Primero, detenerse. Respirar hondo para abordar con sabiduría el año laboral que comienza. Espero que haya podido tomar algunos días de descanso y distracción. Se necesitan. El alma y cuerpo tienen que oxigenarse, desintoxicarse, renovarse, para poder comenzar bien el año laboral y académico. Detenerse, dice el Papa, es ese mandamiento que invita a la calma en un mundo que sólo invita a «vivir acelerado que dispersa, divide y termina destruyendo el tiempo de la familia, el tiempo de la amistad, el tiempo de los hijos, el tiempo de los abuelos, el tiempo de la gratuidad, el tiempo de Dios». Haga un esfuerzo y convierta algunos de estos últimos días de febrero y primeros de marzo en días de reposo del alma, de bajar las revoluciones, mirar hacia el año y fijar prioridades en él ¿Qué será lo más importante que viviré en el año? ¿Cuáles son los desafíos que me esperan? ¿A qué tendré que renunciar para lograrlo? ¿A quienes haré feliz?
La segunda actitud está íntimamente ligada con el detenerse. Se trata de mirar y contemplar el regalo de la vida, de los demás. Pero, como dice el Papa Francisco, «mirar y contemplar en el rostro concreto de Cristo crucificado por amor a todos y sin exclusión ¿A todos? Sí, a todos». A partir de Cristo, todos somos realmente hermanos. No es cliché ni invento dulzón. A partir de Cristo nos podemos llamar en propiedad hijos de un mismo Padre, iguales en dignidad. Por ello, los creyentes tenemos una especial responsabilidad en valorar, estimar y respetar al otro. El otro no es un extraño, un enemigo o un estorbo: es un hermano que debo querer y de quien puedo aprender.
Y volver. Si, «¡Vuelve! -nos invita el Santo Padre-, sin miedo, este es el tiempo oportuno para volver a casa; a la casa del Padre mío y Padre vuestro. Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Permanecer en el camino del mal es sólo fuente de ilusión y de tristeza”.
La vida es mirar hacia adelante sin olvidar las raíces, el motor que nos anima.
Para la mujer y hombre de fe, el sustento y raíz se encuentra en el Creador y Padre común. Esa conciencia es nuestra fortaleza, ánimo y sustento.
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El tiempo de cuaresma es un tiempo, nos dice el Papa, «para afinar los acordes disonantes de nuestra vida». A pesar del ruido, ajetreo y frenesí del inicio de año, deténgase, mire y vuelva.
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