El Índice de Percepción de la Corrupción de este año confirma que la mayoría de los países están haciendo poco o ningún progreso para acabar con la corrupción. El informe muestra que los periodistas y activistas, considerados clave para luchar contra la corrupción, arriesgan sus vidas todos los días en un esfuerzo creciente por expresarse.
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El índice rankea a 180 países y territorios según la percepción sobre la corrupción en el sector público.
El caso europeo más llamativo en el informe es el de Hungría. Este país se ubicó 10 puntos abajo desde que Viktor Orban asumió la presidencia en 2010. En los últimos seis años ha habido numerosas acusaciones en Hungría de que los miembros del partido gobernante Fidesz y sus colaboradores cercanos han estado haciendo un uso indebido de fondos públicos, la mayoría de los cuales provienen de la UE. Esto, junto a los esfuerzos del gobierno para cerrar las actividades de las voces independientes en la sociedad civil y las instituciones públicas, como la Universidad Central Europea, ha hecho que Hungría vaya a la baja en cuanto a corrupción pública.
Las políticas promovidas y adoptadas en Polonia, como el control del poder judicial, siguen preocupando a los expertos.
Chile y Uruguay se destacaron en la región de América Latina. Sin embargo, los esfuerzos de ambos países para erradicar la corrupción no han sido suficientes. Por otro lado, Venezuela es el país peor ubicado en la región.
«Es fundamental darle a la ciudadanía los espacios necesarios para participar en la creación de las políticas anticorrupción»
Luciana Torchiaro, consejera regional para las Américas de Transparencia Internacional
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P: ¿Cuáles son los hallazgos más llamativos en el reporte de transparencia para este año?
– Los países que son percibidos como menos corruptos son aquellos que presentan sistemas de gobernanza robustos, instituciones de justicia fuertes e independientes y grados de transparencia estatal mayores. Por otro lado, es fundamental darle a la ciudadanía los espacios necesarios para participar en la creación de las políticas anticorrupción. En definitiva, son los ciudadanos los más afectados por el fenómeno.
P: ¿Por qué Hungría y Polonia van a la baja en el ránking?
– Cuando el estado de derecho se ha erosionado severamente en Hungría y otros Estados miembros, el resultado ha sido una avalancha de corrupción patrocinada por el Estado. Es posible que pronto Polonia sea arrastrada en la misma dirección, con movimientos preocupantes para frenar la independencia del poder judicial, el espacio para la sociedad civil y la libertad de prensa.
P: Chile y Uruguay están mucho mejor calificados que sus vecinos en América Latina. ¿Son realmente una excepción?
– En ambos países todavía es necesario desarrollar políticas de anticorrupción estructurales que ataquen temas claves como el financiamiento de la política, compras y contrataciones y la consolidación de sistemas de justicia ágiles e independientes. Uruguay, por ejemplo, no tiene un sistema anticorrupción integral. La justicia es lenta y prima una sensación de impunidad. Por otro lado, en Chile no existen mecanismos de denuncia adecuados para casos de corrupción. Esto es una deficiencia grande. La evidencia que aportan los denunciantes es crucial para desenmascarar la corrupción.
P: ¿Qué se debe hacer para solucionar el problema de la corrupción en todo el mundo?
– Para solucionar el problema de la corrupción en el mundo es imprescindible implementar políticas anticorrupción integrales y participativas. Está comprobado que los esfuerzos aislados no alcanzan para atacar un problema tan arraigado en las instituciones públicas.