La carrera por las legislativas de Italia, que está a punto de terminar cuando este próximo 4 de marzo miles de personas se acerquen a las urnas, ha estado marcada por las candidaturas de mujeres fuertes que han tenido que superar distintos obstáculos en la vida para estar hoy con una propuesta de país.
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Entre las historias que destacan por su intensidad se encuentra la de Lucia Annibali, una abogada de 40 años nacida en Urbino que fue víctima de violencia de género, la misma que minuto a minuto mata a una nueva mujer.
Era abril del 2013 cuando su ex novio, Luca Varani, decidió pagar dos mil euros para que le lanzaran ácido sulfúrico en la cara. Entre gritos, Annibali fue trasladada al pabellón de quemados de Parma donde la salvaron.
Oggi, così…dopo due anni e mezzo. Per non dimenticare mai quanto male può fare il male pic.twitter.com/qx4r1kxjui
— lucia annibali (@LAnnibali) October 30, 2015
«Hoy en día, así… después de dos años y medio. Para nunca olvidar lo mal que puede hacer el mal»
Hoy, luego de que en 2016 condenaran a 20 años de cárcel a su ex novio (y 12 para cada uno de los albaneses que perpetraron el ataque) y tras 20 intervenciones reconstructivas que no han borrado la marca de la agresión, decidió luchar contra la violencia machista desde el flanco político y se postuló como diputada.
Política
Annibali, pro aborto, enfrenta este nuevo reto apoyada por el Partido Democrático de Italia, una colectividad de centro izquierda heredera que actualmente se encuentra en el gobierno, pero que ha perdido terreno de acuerdo con los últimos sondeos.
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Sin embargo, no es su primera incursión en este mundo de la política. La abogada, que hace poco recuperó la vista que le quitó el ataque de su ex novio, trabaja como asesora del ministerio para la Igualdad de las Mujeres y las Oportunidades, donde ha recibido apoyo desde el día uno.
El reconocimiento que ha logrado por su desgarradora historia y la película para televisión sobre su vida que logró casi cinco millones de espectadores corren a su favor. ahora sólo queda esperar que deciden los italianos en las urnas.