El líder de Corea del Norte ríe mientras estrecha la mano a un funcionario surcoreano de visita en su país. Sentado en una amplia mesa de reuniones, y sonríe mientras el enviado lo mira con deferencia. Durante una cena, en la que estuvo acompañado por su esposa, Kim Jong Un sonríe de nuevo ampliamente mientras los surcoreanos lo escuchan con atención.
PUBLICIDAD
Kim está acostumbrado a ocupar un papel protagónico en un país que su familia gobierna con un poder incontestable desde 1948, pero la ocasión de presentarse como un hombre de estado en la península de Corea ante una sala llena de surcoreanos ha ofrecido al autocrático líder una nueva oleada de propaganda y oportunidades políticas.
Las imágenes publicadas por medios estatales norcoreanos el martes, que mostraban a Kim reuniéndose con enviados surcoreanos el lunes en la noche, son más destacables aun teniendo en cuenta que hace apenas unos meses Corea de Norte realizó una oleada de ensayos nucleares y amenazó a Seúl y Washington, lo que hizo que muchos temiesen una guerra.
No estuvo claro de inmediato cómo se reportaron las imágenes en Corea del Norte, pero en la parte sur de la península se propagaron rápidamente un día después de que Pyongyang dijo que Kim había mantenido una «charla a corazón abierto» con 10 enviados del presidente surcoreano Moon Jae-in. Al parecer, Kim habría expresado su deseo de «escribir una nueva historia de reunificación nacional» durante una cena que, según el gobierno surcoreano, duró al menos cuatro horas.
El encuentro fue la primera vez que funcionarios surcoreanos se reunieron con el joven líder de la hermética nación en persona desde que asumió el poder tras el deceso de su padre, el dictador Kim Jon Il, a finales de 2011. Es además el último signo de que los dos países están intentando arreglar su relación tras uno de los años de más tensión en una región que parece estar permanentemente al borde del abismo. La delegación surcoreana, encabezada por el director de seguridad nacional, Chung Eui-yong, regresó al Sur el martes, horas antes de una reunión informativa de Moon sobre el resultado de la visita.
Ante el sólido historial de derramamiento de sangre, amenazas y hostilidad en la península coreana, existe un escepticismo considerable sobre si el aparente acercamiento de las dos naciones llevará a una paz duradera. Algunos creen que Pyongyang está intentando utilizar la mejora de sus relaciones con el Sur para debilitar las sanciones y la presión internacional encabezadas por Estados Unidos, al tiempo que genera propaganda favorable a Kim.
Pero cada nuevo avance amplía también la posibilidad de que los dos rivales puedan utilizar el impulso de las buenas sensaciones que se crearon con la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, en el Sur, para aliviar las tensiones sobre las ambiciones nucleares norcoreanas y reiniciar las conversaciones entre Washington y Pyongyang.