Vecindarios enteros en la región de Guta Oriental, cerca de la capital siria, Damasco, han sido destruidos y miles de familias desplazadas en los intentos del gobierno por recuperar la zona en manos rebeldes.
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"Pausas humanitarias" diarias -ordenadas por Rusia, aliada del gobierno- no han podido impedir el desangre en el enclave, donde los hospitales, las escuelas y las tiendas han sido golpeados por el fuego aéreo y de artillería.
La población vive un "infierno terrenal", denunció el secretario general de la ONU, António Guterres.
En uno de los distritos, 93% de las estructuras quedaron dañadas o destruidas entrado diciembre, según el análisis de imágenes satelitales de la ONU. Una reciente ola de bombardeos ha causado más destrucción.