Si bien la expulsión de 23 diplomáticos rusos de Inglaterra por el envenenamiento a ex espía Skripal y su hija significa la mayor expulsión desde la Guerra Fría, las relaciones entre Reino Unido y Rusia durante los últimos años no han sido del todo buenas.
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La disputa por la instalación de un escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa, la anexión de Crimea por parte de Rusia, la posición rusa respecto a la tensión en la península coreana, la participación del gobierno de Putin en Siria, el programa nuclear de Iran, entre muchas otras, mantienen a Moscú en una tensión constante con Occidente no ha dejado indiferente a Londres.
Sin embargo, la tirantez entre ambas naciones va mucho más allá debido a distintos hechos que han sido determinantes para tomar la decisión de romper relaciones bilaterales por el caso de Skripal.
Alexander Litvinenko
El caso de Skripal y su hija atrajo comparaciones inmediatas con el envenenamiento del ex agente ruso Alexander Litvinenko, el caso mejor documentado hasta ahora .
Litvinenko, ex agente de la KGB que había desertado a Gran Bretaña y que criticó públicamente a Putin, murió en noviembre de 2006, tres semanas después de beber un té que contenía el isótopo radioactivo polonio-210.
El ruso murió lentamente, con el veneno transformándolo en una figura delgada, y culpó a Putin poco antes de morir.
Una década más tarde, una laboriosa investigación pública concluyó que había sido asesinado por el servicio de seguridad ruso, «probablemente» con el aval de Putin.
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El ex espía dijo que comenzó a sentirse mal después de una reunión con Lugovoi, un empresario y ex agente de la KGB, en un hotel en Londres.
La fiscalía británica nombró a Lugovoi como único sospechoso y pidió su extradición a Rusia, no obstante, el Kremlin se negó a la petición. En respuesta Reino Unido expulsó a cuatro diplomáticos.
14 muertes sospechosas
Algunos en Gran Bretaña creen que el ataque químico encaja en un patrón de muertes sospechosas relacionadas con Rusia en el Reino Unido y están pidiendo una investigación policial de alto nivel al respecto.
Yvette Cooper, presidenta de la comisión de Asuntos Internos del Parlamento británico que revisa temas policiales y de inteligencia, e Ian Blair, ex jefe de la Policía Metropolitana que encabeza la investigación, dijeron esta semana que a la luz del ataque más reciente, se debe investigar una serie de muertes inexplicables.
Cooper citó una investigación de BuzzFeed News sobre 14 muertes que podrían haber sido el resultado de un juego sucio contra los enemigos del Kremlin.
Entre estos «crímenes sin resolver» se encuentra la desaparición en 2013 de Boris Berezovsky, un próspero hombre de negocios ruso que se mudó a Gran Bretaña a principios de la década del 2000 tras romper con Putin.
Berezovsky fue un crítico público de las políticas de Putin y a veces se alió con Litvinenko, hasta que fue encontrado muerto en el piso de un baño de su casa en el sur de Inglaterra.
Tenía una bufanda alrededor de su cuello, lo que hizo que algunos pensaran que se había quitado la vida. Pero después de una investigación el forense concluyó que no era posible establecer, más allá de una duda razonable, si el oligarca fue asesinado o se suicidó.
También hay dudas serias sobre la muerte en 2012 de Alexander Perepilichny, un hombre de negocios ruso que declaró contra funcionarios de Putin acusados de robar 230 millones de dólares de un fondo de cobertura de Londres. Su testimonio resultó vital.
Murió mientras hacía ejercicio corriendo. Sus dos autopsias no fueron concluyentes, sin indicios obvios de juego sucio, pero sus colegas sospechan que pudo haber sido envenenado. Hay otra investigación forense en curso, pero no se ha establecido la causa de la muerte.
A estos casos se suma la reciente muerte de Nikolai Glushkov, un exiliado ruso que se enemistó con Putin, en su domicilio de Londres. Autoridades acusan una «muerte inexplicada».
Aviones
A esta serie de «crímenes sin resolver» se suman la serie de aviones o buques de guerra han sido sorprendidos en territorio de algunos de los países de la OTAN, incluido Inglaterra.
Entre los incidentes de este tipo destaca el del lunes 15 de enero, cuando dos Tupolev Tu-160, potentes aviones de combate rusos, sobrevolaron el espacio aéreo de Gran Bretaña, Holanda y Bélgica.
Ante esta situación, la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña decretó un plan de “alerta de reacción rápida” y envió dos aviones de combate de una base en Escocia luego que aviones rusos se acercaron al espacio aéreo británico, para escoltarlos.
Además, una semana antes el HMS Westminster, una fragata Type 23 basada en Portsmouth, recibió la orden de interceptar a dos barcos de guerra y dos embarcaciones de respaldo que pasaban cerca de aguas británicas.
Se cree que el gobierno ruso ha estado probando las defensas aéreas y navales tanto de Gran Bretaña como de la OTAN en general.