"No es para mí. Es un regalo para mi novio que está en el ejército", dice una adolescente noruega mientras rellena grandes bolsas de plástico con diferentes golosinas de un surtido mostrador.
PUBLICIDAD
Estamos en la tienda de dulces Gottebiten, a unos pocos cientos de metros dentro de Suecia. Es una tienda diseñada casi exclusivamente para que los noruegos compren los productos a menores precios que en su país.
Este tipo de compras fronterizas se ha disparado, sobre todo porque a principios de año en Noruega aumentó el impuesto que se aplica a los dulces y las bebidas azucaradas.
Todas las bebidas azucaradas, incluidas las "dietéticas" con edulcorantes artificiales, ahora tienen un impuesto de unos 0,6US$ por litro.
Además, todas las golosinas y el chocolate, los chicles y las galletas dulces ahora tienen un impuesto de casi US$5 por kilogramo.
Esto significa que es sorprendentemente atractivo viajar hasta Suecia, donde no existe un impuesto al azúcar y los productos son por lo general más baratos, gracias a los acuerdos aduaneros con la Unión Europea.