La detención ayer del ex presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, en Alemania provocó que miles de personas salieran a las calles de Barcelona y de otras ciudades de la próspera región para protestar.
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La policía catalana bloqueó la calle y emitió un llamado para que la gente no se reúna. Sin embargo, miles de personas acudieron al llamado por los grupos de base tanto a favor de la independencia como en contra del movimiento.
Con equipo antimotines, la policía empujó y utilizó bastones para impedir que una molesta multitud avanzara hacia la oficina del representante del gobierno español en Barcelona. Las camionetas de la policía tenían manchas de pintura amarilla que presuntamente fueron ocasionadas por los manifestantes.
La organización a favor de la independencia, la Asamblea Nacional Catalana, convocó a sus simpatizantes para marchar desde la oficina de la Comisión Europea hasta el consulado de Alemania, pidiendo la libertad de Puigdemont y los otros políticos independentistas encarcelados.
Los partidarios de permanecer en España se reunieron en la oficina del representante del gobierno de España para Cataluña.
Crisis catalana
Nueve personas que promovieron la independencia catalana han sido puestas bajo detención preventiva para evitar lo que el juez español juez Pablo Llarena, a cargo de la investigación por rebelión, consideró como un riesgo de fuga o la intención de continuar con su plan de secesión.
España se hundió en su peor crisis política en tres décadas cuando el gobierno de Puigdemont burló una prohibición de una corte y sostuvo un referendo de independencia para la región del noreste en octubre.
Las encuestas muestran que los 7,5 millones de habitantes de Cataluña están divididos equitativamente sobre la independencia de la región, aunque la mayoría apoya sostener un referendo legal sobre la cuestión.