Seguramente cuando se acerca la Semana Santa todos recuerdan a Camilo Sesto gritando a todo pulmón «¿por qué he de morir?… ¡Mira mi muerte! ¡Guaaaaaaaaa!». Y no los culpamos: a muchos les gusta la ópera rock Jesucristo Superstar. Pero cuidado: por más de tres décadas esta obra musical fue vista con malos ojos por el Vaticano. ¡Atención, herejes!
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La historia comenzó en 1972 cuando los norteamericanos Andrew Lloyd Webber y Tim Rice crearon esta obra musical pensando sólo presentarla como un espectáculo más en Broadway, Nueva York. Pero como la historia que mostraba a Jesús cantando y bailando era tan atractiva, que todos los días la sala se llenaba. Fue así como en 1973 Norman Jewison no se aguantó las ganas y la llevó al cine. Con ese impulso, todo indicaba que Jesucristo Superstar se había vuelto más popular que The Beatles.
La vio el Papa
Preocupado por esto, el Papa de entonces, Pablo VI, pidió ver en exclusiva y en una sala privada la proyección de la película, que también era un musical. Al salir, tenía canas verdes: para él, esta obra era casi tan hereje como comer carne en Viernes Santos.
Sabiendo que si se refería a esta obra iba a hacerle más publicidad, decidió guardar la compostura y no mencionarla tanto. No obstante, en varias ocasiones reconoció que este era un espectáculo no visado por el Vaticano y, es más, que no representaba la visión del Cristianismo que tenía la Iglesia. ¿Razón? Si lo piensan bien, ¿no les suena pegajosa la canción «Jesúuus, Jesúuus, Jesús morirá… Igual que el bautista, Jesús morirá ¡Jesús, Jesús, Jesús morirá!?»
Traducida al español
El hecho que el Vaticano la desaprobara no impidió que en 1975 hicieran la versión española. Camilo Sesto como Jesús, Teddy Bautista como Judas y Ángela Carrasco como María Magdalena salían a enseñarle al público de habla hispana todas estas canciones que hablan de los últimos días de vida del Nazareno.
Pero esa no fue la única versión en español. En Chile, en 1975 el grupo artístico del programa Dingolondango de TVN, encabezado por Fernando Alarcón, también hizo una adaptación de esa obra. Él en el papel de Poncio Pilatos, con Eduardo Ravani como Herodes, Maitén Montenegro como María Magdalena, Patricio Donaire como Jesús, Paco Mairena como Judas.
“La obra está hecha desde el punto de vista artístico y no tiene por qué ajustarse estrictamente a lo que dice el testamento”, contó el mismo Fernando Alarcón a Publimetro en una entrevista realizada en 2015. Y esa es precisamente otra de las razones por la que no recibió la aprobación del Vaticano.
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“En los dramas históricos, siempre hay un punto de vista particular. Por ejemplo, Miguel Littin hizo Allende y seguramente es desde su visión de la política, a la pinta de él. Lo mismo pasó con la obra Jesucristo Súper Estrella. Por eso mismo nosotros pudimos hacer la versión andina”, sostuvo el actor y comediante, conocido también por su papel de «Canitrot» en Jappening con Ja.
De hecho, Alarcón sostuvo que la adaptación chilena de la película tiene varios matices latinoamericanos; tanto así que en una parte, Pilatos dice ‘¡Oh! Tú eres Jesucristo, el que arma tantos líos, te llaman Rey de los Indígenas‘.
Razones del odio
Pero más allá del manso grito «¡guaaaaaa!» de Camilo Sesto o que uno ande cantando por ahí «Jesús morirá», lo que realmente le molestaba al Vaticano era el hecho de la representación del mismo Salvador del mundo. En la película que vio el Papa Pablo VI apreció un Cristo hippie, que se juntaba con una manga de chascones y chicas que, para la época, eran sumamente rompedoras de esquema.
Además, al analizar la letra de todas las canciones desde el Vaticano notaban que el verdadero protagonista de la obra es Judas, no Jesús. De hecho, hay varias claves: es el primero que canta y lo que le dice al Salvador es «si quieres desnudar al hombre del mito, verás sólo al hombre quedar».
Pero no es todo. Deja patente que su papel es tan clave que si él no lo «traiciona», entonces no habría posibilidad de que Jesús muera para luego resucitar. «Cristo si me arrepiento, ¿qué hay de tu martirio? ¡No morirías!», dice Judas en la Última Cena.
Asimismo, el Jesús de la obra es uno que durante todo el espectáculo está con tristeza e incluso, casi recula. El mismo Camilo Sesto se encarga de dejarlo claro al gritar «Dios, yo no empecé, fue tu voluntad. Dame el cáliz de amargura, clava, azota, rompe, mata pero pronto, hazlo pronto, o yo me voy a arrepentir».
Por último, el único que resucita es Judas y vuelve para cantarlo. De hecho, al subirse al escenario tras haberse colgado, lo primero que hace es preguntarle a Cristo por qué vino hace más de 2 mil años atrás, en vez de venir ahora.
«Cuanto mas te miro menos puedo entender por qué has dicho ‘no’ a lo que supiste emprender. Hubieras podido realizar nuestros sueños ¿cómo no viniste en otro tiempo o lugar? Hoy con tantos medios de comunicación hubieras podido levantar una nación», canta Judas.
Fin al veto
Tuvieron que pasar al menos tres Papas para que el Vaticano se reconciliara con la obra Jesucristo Superstar. Recién en el año 2000 Juan Pablo II indicó que esta ópera rock no era hereje y, más bien, era una forma artística de representar la vida de Cristo.
Por lo mismo, recién en ese año la Santa Sede la reconoció como un espectáculo válido al cual se le acepta la interpretación de los hechos de la Biblia. ¡Jesucristo, superstar, dime que eres al que hay que amar!