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A 36 años de la Guerra de las Malvinas: las acciones de Perú en ayuda de Argentina y las de Chile por el Reino Unido

Ambos países tomaron parte activa en el conflicto que enfrentó a transandinos e ingleses.

El 2 de abril de 1982, la “genialidad” de un grupo de militares dictadores argentinos cumplieron su sueño: gatillaron una guerra. Ese día, las Fuerzas Armadas transandinas tomaron el control de las Islas Malvinas. La estrategia era presionar una negociación con el Reino Unido y recuperar el control del archipiélago, perdido en 1833 a manos de una fuerza inglesa.

Entre la ocupación Argentina y la arremetida inglesa para recuperar las islas, pasaron varias semanas en que se inició una agresiva campaña diplomática que evitar un enfrentamiento directo y abierto. Estados Unidos tomó el liderazgo en las negociaciones, pues se trataba de dos aliados: el Reino Unido es una potencia amiga historia de Washington, mientras que la dictadura de derecha de argentina también era pro EEUU.

Pero todo fracasó ante las posturas rígidas de Londres y Buenos Aires. Con la guerra desatada , otros países ganaron protagonismo en el conflicto, no directo, pero si relevante. Se trató de Perú y de Chile.

Apenas ocurrió las ocupación argentina, el gobierno peruano asumió una férrea defensa del actuar de la Casa Rosada, de hecho, Lima presentó los intereses diplomáticos de Argentina ante el Reino Unido, dado que ambos países rompieron relaciones. Por el lado inglés, fue Suiza, quien llevo la voz diplomática británica ante Buenos Aires.

Perú, firme con la causa argentina

El gobierno del presidente peruano Fernando Belaúnde Terry no escondió su total respaldo a las acciones de la dictadura militar argentina.

Argentina había simpatizado con Perú en la guerra que mantuvo con Ecuador en 1941, mientras Chile había simpatizado con los ecuatorianos.

En pleno conflicto del Beagle entre Chile y Argentina, las cancillerías transandina y peruana mantuvieron un estrecho diálogo ante la posibilidad de realizar acciones conjuntas en caso de estallar un conflicto entre la Casa Rosada y La Moneda.

Con estos antecedentes, Belaúnde Terry no dudó en apoyar a la dictadura de Galtieri. Negoció activamente con Estados Unidos una solución lo más provechosa posible para Argentina tras la ocupación de las Malvinas.

Pero con el paso de los años ha quedado de manifiesto que ese poyo no se limitó al plano diplomático. Lima también ayudó militarmente a las FFAA argentinas. Pilotos peruanos llevaron 10 aviones Mirage M5-P.

Así lo detalla el diario peruano El Comercio del 2 de 2007: “Fue una madrugada de mayo de 1982 cuando 10 capitanes y mayores de los escuadrones 611 y 612 de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) salieron de La Joya (Arequipa) hacia la base argentina de Tandil, al este de Buenos Aires, para cumplir las órdenes emanadas desde el alto mando de la FAP”.

“Chile sí era un peligro”

En esa misma publicación, un piloto peruano que participó de esta misión secreta narró el traslado de esas aeronaves: «Salimos de madrugada en vuelo silencioso y en formación. No nos preocupaba mucho Bolivia, porque sabíamos que no tenía cómo interceptarnos, pero Chile sí era un peligro por sus radares. Volamos en una zona que no conocíamos, pero felizmente todo salió bien y la operación secreta fue coronada con éxito. El mismo día del arribo a Tandil, regresamos al Perú en vista de que esa era la orden. Hoy no sé cuál ha sido el destino de esos aviones», detalló.

El 23 de abril de 2010, la entonces presidenta argentina Cristina Fernández, en visita a Lima recordó la ayuda con “aviones Mirage, pilotos y misiles» que Perú brindó a Buenos Aires durante la guerra de las Malvinas.

El «crucial» apoyo de Chile al Reino Unido

Para dimensionar el rol de Chile en el conflicto de 1982, lo mejor es el análisis que hizo Sidney Edwards, enviado especial de Londres que lograr el apoyo de la dictadura de Pinochet a la causa inglesa: «Mi opinión personal – y creo que fue compartida por mis jefes en el Ministerio de Defensa y por Margaret Thatcher- es que la ayuda que recibimos de parte de Chile fue absolutamente crucial. Sin ella, hubiésemos perdido la guerra”, aseguro en una entrevista a Revista Qué Pasa, del 3 de julio de 2014.

Edwards detalló que “el general Matthei (comandante de la Fuerza Aérea de Chile en 1982) me dio la mano cálidamente -cuenta Edwards en su libro-. Me ofreció cooperación total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente posible. Enfatizó la necesidad de mantener el secreto». Y agrego que “no pude creer la cooperación que logré con él y, por supuesto, con el resto de sus oficiales -continúa Edwards-. Obviamente el general Matthei era un hombre muy pragmático y sabía dos cosas clave: que si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido».

Según Edwards, la ayuda chilena fue amplia, pero el aspecto más destaca el ex piloto inglés es un radar de largo alcance instalado en Punta Aires, que permitía monitorear todos los movimientos aéreos argentinos de Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande y Comodro Rivadavia.

 

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