Una inflación por debajo del rango meta estimado por el Banco Central de Chile, cuyos márgenes se ubican entre el 2 y 4 %, puede explicarse por la apreciación del peso chileno en los vaivenes del dólar estadounidense, explicó el profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Rodrigo Wagner.
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«Para ponerlo en peras y manzanas, el IPC que informa el Instituto Nacional de Estadística, refleja una canasta promedio, en la que algunos precios tienen al alza y otros a la baja. Cada canasta es distinta, y unos precios crecen, mientras que otros no, lo que no hace la vida menos barata», explicó Wagner a Publimetro.
Recordó Wagner que, cada tres meses, el Banco Central realiza estudios para propender a que la inflación se ubique dentro del rango meta. «El BCCH está haciendo su pega. Pero al final del día, quienes importan con un dólar depreciado van a sentirse mejor, mientras que los que exportar con ese mismo dólar, recibirán menos dividendos. Tal es el caso de los productores de frutas o de vino».
Aseguró Wagner que no existe un IPC personalizado y que los factores coyunturales van a impactar en nuestra capacidad de compra.
Otra voz
Francisco Aravena, académico de Ingeniería Comercial y director del Centro de Economía Aplicada de la Universidad de San Sebastián, también intervino en la discusión. «Registrar niveles de inflación bajo la meta esperada del Banco Central indica, de cierta forma, la dinámica de crecimiento en la economía y como se ha comportado el consumo en los últimos períodos. Es decir, la demanda de mercado no se ha activado de tal manera que genere un impacto sobre los precios y podría ser un indicador que induzca a la autoridad monetaria a buscar soluciones que permitan el incentivo del consumo a nivel agregado. Sin embargo, es posible que ciertos fenómenos inflacionarios reflejen cambios estacionales dada las variaciones naturales que podrían tener el precio en ciertas industrias como, por ejemplo, el transporte que, naturalmente, debiera experimentar bajas en estos períodos post vacaciones».
Sostuvo Aravena que «la inflación debiera representar el costo de la calidad de vida, entonces si claramente lo que hemos observado es que la inflación se ha mantenido bastante baja es probable que el costo de la vida también lo sea. Por lo tanto, uno podría asumir que en términos reales las personas siguen teniendo la misma capacidad de compra que antes. Sin embargo, es posible asumir que el IPC no es muy representativo en algunos casos y, al ponderar una gran cantidad de bienes, no logra representar a un número importante de familias en el país. Entonces, por ejemplo, los alimentos y bebidas no alcohólicas, consignaron alzas en categorías bastante frecuentes en las canastas de las familias de nuestro país. Por lo tanto, uno podría asumir que familias que gasten gran proporción de su ingreso en alimentos estarían relativamente más pobres que antes y el IPC no reflejaría eso».