El próximo 23 de abril es el «Día Internacional del Libro». Y si bien los textos extranjeros no tendrán problemas para ser leídos en estas tierras, sus autores sí podrían encontrarse con más restricciones al ingreso al país, si es que su intención es quedarse trabajando en Chile.
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Eso es lo que expresa el decreto del Presidente Sebastián Piñera con el que se exigirá, a contar de esa fecha, un visado gestionado desde el país de origen a todos quienes quieran migrar.
Pese a que, según el Gobierno, la exigencia de visas es una gran posibilidad para aquellos extranjeros que, estando en sus respectivos países, cuentan con una oferta de trabajo o tienen un posgrado en alguna universidad prestigiosa, para algunos especialistas este decreto hace de Chile uno de los países más restrictivos del barrio en cuestiones migratorias.
«Estamos muy por detrás de los estándares internacionales asociadas a la protección de los Derechos Humanos», indica Rolando Poblete, sociólogo e la Red U Nómadas y académico del Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile.
Relación a otros países
Según él, los más flexibles del Cono Sur de América son los argentinos. Ello pues forman parte del acuerdo Mercosur, en el que también se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Guyana y Surinam.
Cualquiera de los ciudadanos de estos países pueden ingresar en calidad de turistas y quedarse allá trabajando, si es que así lo quisieran, siempre cumpliendo algunos requisitos: no haber sido condenado ni en Argentina ni en sus países de origen, tener al menos la voluntad de trabajar y tener un lugar de residencia, entre otros.
Algo similar ocurre en Perú y en Bolivia en donde los turistas pueden cambiar su calidad a residente temporal si presentan un contrato de trabajo y cumplen otros requisitos.
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«La ley argentina garantiza y consagra como un derecho la migración. La perspectiva ahí es distinta», precisa el académico.
Por otra parte y ya desde la arista crítica, Poblete advierte que al aumentar las barreras de ingreso puede haber otro problema: las mafias del tráfico de personas.
«Puede que crezca el número de redes delictivas como la trata de personas o quienes se dedican a ingresar a personas de forma irregular», sentencia el académico.