Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, reveló que el calentamiento global está interfiriendo con la hora de la cena programada por la naturaleza.
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Este fenómeno hace que algunas criaturas hambrientas y aquellas que están en su menú se sienten a la mesa a horas muy diferentes.
El momento oportuno lo es todo en la naturaleza. Las abejas deben estar por ahí y las flores tienen que florecer al mismo tiempo para que haya polinización, y los halcones necesitan migrar al mismo tiempo que sus presas.
En muchos casos, el calentamiento global está interfiriendo con esos ciclos, según los científicos.
Un análisis global sobre los tiempos biológicos de 88 especies que dependen de otras formas de vida muestra que su sincronización se ha desfasado por cerca de seis días en una década, aunque la de algunos pares en realidad se acerca más.
Estos cambios en la sincronización de ritmos de las especies son considerablemente mayores de lo que eran antes de la década de 1980, según el estudio.
“No hay indicio claro de que esto vaya a desacelerarse o parar en un futuro cercano”, dijo la principal autora del estudio, Heather Kharouba, ecologista de la Universidad de Ottawa.
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Por ejemplo, en Holanda, el gavilán euroasiático llega tarde a su comida porque su presa, el herrerillo común, arriba casi seis días antes que hace 16 años.
El fenómeno es más notable y crucial en el lago Washington, del estado homónimo, donde en los últimos 25 años, el fitoplancton germina 34 días antes de la aparición del zooplancton que se alimenta de él. Esto es crucial porque está afectando los primeros eslabones de la cadena alimenticia, señaló Kharouba.
En Groenlandia, las plantas aparecen casi tres días antes que el caribú, lo que aumenta la mortalidad de sus crías “porque no hay suficiente alimento”, agregó.
Debido a las temperaturas más elevadas, la mayoría de las especies han adelantado sus hábitos, pero las especies interdependientes no siempre se movilizan al mismo ritmo. Lo crucial es la velocidad relativa de las alteraciones de los tiempos, dijo Kharouba.
Asimismo, producto del pequeño número de especies en zonas chicas examinadas en diferentes estudios, el equipo de Kharouba no pudo encontrar un vínculo estadísticamente importante entre la temperatura y los cambios en la sincronización entre las especies. Sin embargo, lo que vio, dijo, “es coherente con el cambio climático”.