«Un carabinero traía en sus brazos a un pequeño de 4 años y a su lado su madre, ambos ensangrentados, con restos de cemento, vidrios y mojados. Los miré sorprendida y pregunté si andaba con ellos, él dijo no. Me involucré “yo me quedo con ellos” y tomé al pequeño en mis brazos. ¿Estoy morido? preguntó en dos ocasiones el pequeño, lloraba».
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Las conmovedoras palabras son de la presidenta de la Fundación Alto Río, organización nacida después del 27 de febrero de 2010, tras el deficiente control de emergencias desplegado en las labores de rescate del sexto terremoto más grande en la historia de la humanidad.
A Mónica Molina, le tocó presenciar la cruda escena tras la explosión ocurrida en el Sanatorio Alemán de Concepción el pasado 20 de abril.
Malas gestiones
«No los dejaré, me quedaré con ustedes hasta que llegue algún familiar, insistí. El apoyo emocional, además de atender las necesidades básicas y urgentes de las víctimas, implica entre otras cosas poder explicar lo que ha sucedido para ayudar a integrar la experiencia y disminuir la incertidumbre», narra Molina.
«Ayudé a limpiar sus heridas con pañuelos húmedos que saqué de mi mochila, con la idea de verificar las lesiones. Al parecer no eran graves. Tras casi dos horas y en medio del alboroto y la paulatina activación del personal de la clínica, llegó finalmente la abuela del pequeño, lloraba al abrazar a ambos. Nos separamos con besos, abrazos y un… gracias…. gracias», se emociona.
Para la presidenta de la fundación, el accidente en el Sanatorio Alemán contó con paupérrimas condiciones de control de emergencias. «Me pregunté por el protocolo de emergencia de la clínica; un médico que no estaba de turno ese día pero que andaba por ahí, parado atónito entre los heridos señalaba “estamos esperando instrucciones sobre el protocolo”¿ahora? ¿no debían conocerlo desde antes?».
«¿Será que ha pasado tanto tiempo desde el último terremoto que nos sentimos seguros hasta 50 años más? ¿Será que pensamos que estas cosas le pasan a otros y no a nosotros? ¿Pensamos que la responsabilidad de denunciar o exigir el cambio de alguna normativa es de otros y no de nosotros como simples ciudadanos?», se pregunta Mónica, que tras sobrevivir a la caída del edificio Alto Río la noche del terremoto de 2010, se prometió a sí misma hacer todo lo que esté en sus manos para sensibilizar sobre prevención.