El presidente francés Emmanuel Macron sin pelos en la lengua plantó cara a su anfitrión el miércoles en el Congreso de Estados Unidos defendiendo el pacto de París sobre el cambio climático y el acuerdo nuclear con Irán.
PUBLICIDAD
Comenzó hablando de aprovechar los lazos históricos entre los dos países para lanzar una nueva era de liderazgo y seguridad en el siglo XXI. Sin embargo, rápidamente tornó su atención a los asuntos importantes.
Hablándole directamente al presidente Donald Trump, Macron habló de Siria, el acuerdo nuclear con Irán, el comercio libre y el acuerdo climático de París, temas en los que él y el mandatario estadounidense están en desacuerdo.
Macron advirtió que “no hay un planeta B” y que las mentiras diseminadas en internet están amenazando las libertades en todo el mundo y en un juego de palabras alusivo al lema de campaña de Trump, Macron señaló que estaba confiado en que Estados Unidos se reintegrará al acuerdo climático de París.
“Trabajemos juntos para hacer grande de nuevo al planeta”, expuso, “y crear nuevos empleos y nuevas oportunidades al tiempo que salvaguardamos la Tierra”.
Política exterior
«Vivimos en un tiempo de furia y miedo” debido a “amenazas globales”, les dijo Macron a los legisladores. “Uno puede jugar los miedos y furias por un tiempo, pero eso no construye nada”.
En ocasiones durante su discurso de casi una hora, pronunciado en inglés, Macron habló de su relación amistosa con Trump, pero expresó claramente sus diferencias.
PUBLICIDAD
Reiteró el respaldo francés a las sanciones estadounidenses contra Corea del Norte por el programa nuclear de Pyongyang y dijo que en el caso de Teherán, “nuestro objetivo es claro: Irán no debe tener nunca armas nucleares”.
Pero previno contra el abandono del acuerdo multinacional nuclear con Teherán, como lo ha ponderado Trump, promoviendo un “acuerdo más abarcador” que ha estado discutiendo con funcionarios de la Casa Blanca durante su visita.
Es la primera vez que un presidente de Francia pronuncia un discurso ante el Congreso en más de una década, pero es tradición que líderes extranjeros visiten el Capitolio.