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China se ha convertido en uno de los primeros en adoptar a gran escala la tecnología de reconocimiento facial extendida , aprovechando una colección cada vez mayor de millones de cámaras de seguridad en todo el país. Tales técnicas permiten que los ciudadanos sean identificados rápidamente, y a menudo automáticamente, a veces en masa.
Como parte de un programa separado, los medios chinos informaron que los investigadores han desarrollado programas que pueden identificar a individuos de varios cientos de metros simplemente por su estilo de caminar.
Para los ciudadanos chinos, la vigilancia masiva es ahora una parte de la vida cotidiana, en gran parte incuestionada. Las transmisiones CCTV de cámaras de seguridad privadas a menudo se transmiten en vivo y continuamente en línea, vistas por curiosos o lascivos, y las actividades de los transeúntes se discuten en los foros de Internet con poca consideración por la privacidad. Los gobernantes de Beijing, sin embargo, tienen acceso a mucha, mucha más información, así como a las herramientas de análisis de datos para interrogarlo y analizarlo a una velocidad cada vez mayor.
El reconocimiento facial es el nuevo tema candente de tecnología de punta en China. Los bancos, los aeropuertos, los hoteles y hasta los baños públicos intentan verificar la identidad de la gente analizando los rostros. Pero quienes adoptaron esta tecnología con mayor entusiasmo fueron la policía y las fuerzas de seguridad del Estado.
El Gobierno chino lleva tiempo analizando la posibilidad de utilizar técnicas de inteligencia de datos para crear este sistema de «crédito social» en el que cada ciudadano acumulará puntos según su nivel económico, su estatus o hasta sus opiniones en redes sociales.
Este sistema ha disparado las alarmas, ante el temor de que conlleve una invasión de la privacidad de los ciudadanos chinos o genere todo tipo de discriminación si impide a las personas con «baja nota» acceder a empleos de calidad, matricularse en universidades de prestigio o emigrar a ciudades prósperas.
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Carnet por puntos de buen ciudadano
En octubre de 2017, The Washington Post daba a conocer que hasta ocho compañías privadas habían comenzado a desarrollar bases de datos con el objetivo de recopilar todo tipo de información de cada ciudadano residente en China. Desde los datos más básicos, tales como el nombre o el documento de identidad, hasta sus infracciones de tráfico o sus deudas con el estado, entre otras.
Tras varios meses de prueba, este proyecto se ha hecho realidad. El Gobierno chino ha empezado a poner en marcha las primeras fases de su carnet por puntos de buen ciudadano. Desde el pasado 1 de mayo, a las personas que hayan cometido o cometan actos como difundir información falsa sobre terrorismo, causado problemas en vuelos, usado billetes de transporte caducados o fumado en trenes –según dos comunicados publicados el viernes en el sitio web de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma– se les prohibirá usar trenes y aviones durante un año.
Gracias al algoritmo, que analiza las calificaciones sociales, políticas, legales, financieras y crediticias de cada individuo, el sistema será capaz de determinar si una persona es confiable o no.
Entre as consecuencias de ser considerado «un mal ciudadano»: perder la posibilidad de presentarse a un cargo público, no tener acceso a la seguridad social, no acceder a camas en trenes nocturnos, ser inspeccionado exhaustivamente en los controles, los hijos no podrán acceder a las escuelas más caras o la prohibición de entrar a hoteles y restaurantes con estrellas altas, entre otros impedimentos.
Todas las personas que no cumplan con el pago de un crédito a tiempo, tengan deudas, cometan fraude, sean multados o lleguen a publicar opiniones contrarias al gobierno serán duramente castigados por este sistema de control de la población que se asemeja a la serie «Black Mirror».