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A 200 años del nacimiento de Karl Marx: así es caminar por la calle que lleva su nombre en Berlín

Con una extensión de casi dos kilómetros, en esta avenida insignia de la República Democrática de Alemania tiene un peso histórico que sin duda hace honor al filósofo del que tomó su nombre.

*Este artículo está escrito en primera persona

«¿Y esto era la Berlín a colores o la Berlín en blanco y negro?». Así es como un amigo mío diferenciaba si la calle por la que caminaba en la capital de Alemania había pertenecido a la zona dominada por los rusos, la antigua República Democrática de Alemania (RDA), o bien a la otra Alemania, la República Federal (RFA).

Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818, exactamente hace 200 años en otra Alemania, que no era ni la de colores ni la blanco y negro. Técnicamente era el Reino de Prusia, también desaparecido en estos días. Y aunque varias de las partes en la que estuvo también ya se fueron, lo que no partirá así de simple es su imagen. Así lo recuerdan varias estatuas, bustos, plazas y hasta grafitis que hay en todo Berlín y, por su puesto, en la avenida que lleva su nombre.

Karl Marx Allee es, en la actualidad, una avenida llena de colores. Es irónico: durante 30 años fue la más importante de la Berlín «en blanco y negro», según la lógica de mi amigo. Inicia justo en la esquina con Alexanderstraße y termina en la equina con Warschauer Straße, donde dos «torres gemelas» de Frankfurter Tor coronan una de las exposiciones urbanas más importantes de RDA.

Sus veredas son amplias y para los vehículos hay dos pistas por sentido. Que fuera tan ancha tiene una explicación simple: fue pensada para desfiles militares y marchas en pro del partido gobernante. Por eso al medio hay un bandejón tanto o más ancho que el de la Alameda pero sin árboles: al medio hay dos pistas de asfalto que, en días normales, sólo pueden ser usadas como estacionamiento.

Cuando uno intenta cruzar la calle siempre termina parado ahí. Es que con los pocos segundos que duran las luces verdes en los semáforos de Berlín, a menos que seas Usain Bolt o el Correcaminos, es difícil atravesarla de un solo impulso. Y tiene mucho sentido: no es llegar y pasar por sobre Karl Marx.

Good Bye, Lenin!

La estética de los edificios que están a lo largo de sus dos km de extensión entregan la sensación innegable que las autoridades bajo el mando de los rusos se empeñaron en hacer una calle que, tal como el filósofo que inspira su nombre, tenía que trascender en la historia.

La avenida aparece después de lo que fue el edificio del Sindicato de Profesores. Ahí se aprecia un hermoso mural donde se ven todas las formas de enseñanza que puede haber en la vida: desde la educación en la sala hasta el aprendizaje mediante el amor de madre.

Después de eso aparecen edificios uniformes, construidos con hormigones prefabricados, a los dos lados de la avenida, formando una simetría admirable cuando uno se para en el bandejón central. Los construían como si fueran piezas de Lego. Su principal característica es que están llenos de cuadritos pequeños. Originalmente fueron entregados como viviendas sociales, pues se demoraban nada en terminarlas. Era una solución rápida y más o menos decente para quienes necesitaban un techo con urgencia.

Pese a que esos departamentos son amplios por dentro, con el tiempo terminaron siendo odiados pues representaban la mano de Erich Honecker y del Partido Comunista que dictaba las pautas desde la Unión Soviética. Un gobierno que encontró resistencia desde sus inicios. Por eso, aún cuando la calle estaba en construcción el 17 de junio de 1953 hubo una protesta de jóvenes que terminó convirtiéndose en el día más negro para esta avenida: se dice que fueron 125 los jóvenes que perdieron la vida allí.

El malestar con el que se encontraron los gobernantes de la Alemania del Este es lo que quiso reflejar la película «Good Bye Lenin!». Ya desde el principio muestran la Karl Marx Allee como escenario de una protesta callejera, también de un desfile. Aquí además se grabó el momento en que un helicóptero levanta la estatua de Lenin y cuando baja un cartel de Coca Cola como señal de que el muro ha caído.

No es la única cinta en la que aparece esta calle. En «La vida de los otros» muestran una escena donde se ve la Karl Marx Buchhandlung, la librería más grande que se instaló en esa avenida.

Vida cultural

Hablando de cuestiones culturales, esta calle también tiene mucho que decir: desde su origen se instaló ahí el Kino International, uno de los pocos cines donde llegaban los estrenos en la Alemania Oriental. Como se transformó en un símbolo de la cultura, hoy sigue ahí. Tanto es así que para el Festival de Cine de Berlín de 2017 fue uno de los pocos que tenía entradas disponibles para la proyección de «Una Mujer Fantástica», la película chilena que en ese entonces competía por un Oso de Plata en dos categorías. Las entradas valían 15 euros.

Hoy aloja una decena de bares y un museo de videojuegos llamado «Computerspiele Museum». Hay galerías de arte y también expresiones de arte callejero. Es que cuando cayó el muro, muchas familias terminaron mudándose a la otra Berlín dejando amplios departamentos abandonados y la suerte de cualquiera. Como Alemania está al centro de Europa y varios artistas veían en este país un lugar más barato que París o Roma para vivir, no dudaron un segundo en tomarse esas casas y transformar así esta avenida en un lugar bien agradable de transitar.

Es raro que aunque lleve su nombre, el busto de Marx aparezca en un sector escondido. Está afuera de la Strausberger Platz y casi ni se ve. Ubicado cerca de un restaurante chino y otro de comida mexicana, descansa sobre un pedestal que no supera el metro y medio, por lo que la escultura en total debe llegar a los dos metros y algo. Quizás quienes lo construyeron notaron que no importa la altura de la obra: siempre iba a quedar más chico que la imagen del mismo Marx. Una figura que, más allá de tener 200 centímetros, hoy ya llegó a los 200 años.

*Las opiniones vertidas aquí no representan necesariamente el pensamiento de Publimetro

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