Aunque la mayoría de las personas pierden la virginidad en los últimos años de su adolescencia, esa no es la norma para todo el mundo.
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"Joseph", de 60 años y viudo, no tuvo sexo hasta que se acercó a los 40, y no porque no haya querido.
Esta es su historia.
Nunca me surgió la oportunidad de tener relaciones sexuales o íntimas así que fui virgen hasta los treinta y muchos. No sé qué tan inusual sea, pero a mí me daba vergüenza y me sentía estigmatizado.
Era una persona terriblemente tímida y ansiosa, pero no estaba aislado. Siempre tuve amigas pero nunca fui capaz de trasladar esas relaciones al plano íntimo.
En el colegio, estaba rodeado de chicas pero nunca hice esos avances que probablemente sea normal que uno haga.
Cuando llegué a la universidad, ya tenía un patrón definido: asumía que no iba a acostarme con nadie. En gran parte porque una falta de autoestima y tenía una fuerte sensación de que los demás no me encontrarían atractivo.
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Si pasas tu adolescencia y juventud sin salir con gente, careces de esas pruebas que hacen que te digas a ti mismo: "Sí, puedo gustarle a otros por mi apariencia física: he tenido tal y tal novia…" Y eso hace que persista y se refuerce la sensación de que no eres atractivo.
Nunca hablé de esto con mis amigos y nunca me preguntaron nada al respecto. Para ser honesto, de haberlo hecho me hubiera puesto a la defensiva porque estaba empezando a avergonzarme de esa situación.
Tal vez no sea cierto que la sociedad te juzgue por no tener sexo. Pero creo que en cuanto percibe que algo se sale de lo normal, tiende a verlo en cierta forma como una desviación.
Me parece que hay una inversión cultural en tener "éxito" con las mujeres. Si tomas las canciones y películas que se vuelven populares o las que retratan el paso de la niñez a la adultez, verás que tratan sobre relaciones tempranas y que hay un "elemento" cultural de convertirse en un hombre. Por ejemplo, la canción "Oh what a night" de Frankie Valli te da la sensación de que fue la chica la que convirtió al chico en un hombre.
Todas esas cosas me impulsaban a sentir vergüenza.
La mayoría de mis amigos tenían novias. Yo era testigo de cómo comenzaban a salir con chicas y luego se casaban. Eso tenía un efecto corrosivo en mi autoestima, gota a gota.
Estaba solo y algo deprimido, aunque en esa época nunca lo reconocí. Puede que fuera por no tener relaciones sexuales, pero también se debía a una falta de intimidad.
Ahora que pienso en esos tiempos, en realidad, durante unos 15 o 20 años no me tocó ningún ser humano que no fuera mi familia inmediata, como mi madre, padre o hermanas. Cualquier otro tipo de contacto aparte de ese estuvo ausente. Así que no solo era una cuestión sexual.
Si veía a alguien que me gustaba, no me emocionaba ni sentía ningún placer. En cambio, mi reacción inmediata era de tristeza y depresión. Tenía tan pocas esperanzas.
No me daba miedo ser rechazado, me era irrelevante porque estaba muy seguro de que la atracción que yo pudiera sentir por alguien nunca sería recíproca.