David Goodall, el científico australiano de 104 años que viajó a Suiza para someterse a un suicidio asistido falleció este jueves, según informó Eternal Spirit (Espíritu eterno), la fundación suiza que le ayudó a cumplir su último deseo.
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Goodall no había conseguido que le aplicaran la eutanasia en su país porque no sufría ninguna enfermedad terminal. Sin embargo, el científico insistió en que su calidad de vida se había deteriorado mucho y que no quería vivir de esa manera.
El australiano "murió en paz" en la ciudad de Basilea, en la frontera con Francia y Alemania, según publicó en Twitter Philip Nitschke, el fundador de Exit International (Salida internacional), la fundación que le ayudó a trasladarse a Europa. Este se realizó mediante la inyección de Nembutal, un barbitúrico.
El laureado ecologista y botánico explicó el mes pasado que la clave de su decisión fue la disminución en su capacidad de valerse por sí mismo.
"Lamento mucho haber alcanzado esta edad", dijo Goodall en su cumpleaños el mes pasado, durante una entrevista con la Australian Broadcasting Corporation (ABC, por sus siglas en inglés).
"No soy feliz. Quiero morir. No es particularmente triste. Lo triste es que me lo impidan".
Vida activa
El académico nacido en Londres vivía en Perth, en el oeste de Australia, hasta hace unas semanas.
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Se retiró de su trabajo a tiempo completo en 1979, pero siguió muy involucrado en su área de investigación.
Entre sus logros en años recientes, el ecologista editó la serie de 30 volúmenes "Ecosistemas del mundo" (Ecosystems of the World) y fue declarado miembro de la Orden de Australia por su trabajo científico.
En 2016, a los 102 años, ganó una batalla para seguir trabajando en el campus de la Universidad Edith Cowan (en Perth), donde era un investigador honorario asociado que no recibía ningún pago.
La decisión de Goodall de morir voluntariamente se vio acelerada por una grave caída en su apartamento el mes pasado.
No lo encontraron en dos días. Más tarde los médicos recomendaron que alguien cuidase de él las 24 horas del día o que lo mudaran a un asilo de ancianos.
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