La famosa Torre de Pisa, en la región italiana de la Toscana, para los chilenos ya no sólo será conocida por su particular forma inclinada. Porque pocos saben que tenemos dos representantes de nuestra patria en ese turístico lugar. A solo dos cuadras, puntualmente en la Universidad de Pisa. Se trata de árboles, específicamente de dos palmas chilenas: nativas para nosotros, exóticas para ellos.
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Y estas palmas no son las únicas especies arbóreas autóctonas de Chile que adornan jardines, parques o monumentos en otros países. Nuestros árboles son una exportación poco tradicional y curiosa, que fue documentada por el cineasta Rodrigo Fernández Carbó en el libro “Árboles chilenos en el mundo”.
La publicación, impulsada y apoyada por CMPC, fue lanzada en Londres. La idea de Fernández nació después de hacer un documental sobre Viña del Mar.
«Esto se remonta a cuando hice una serie de televisión sobre las familias fundadoras de Viña del Mar. Y cuando investigué respecto de la familia Vergara, me contaba una descendiente que su bisabuela tenía un hijo a cargo del negocio naviero y cada vez que volvía de sus viajes, le traía plantas. De ahí nació lo que se conoce como la Quinta Vergara», señala Fernández.
Comenzar la búsqueda por Europa
Había terminado recién ese proyecto cuando el autor tuvo que ir a Italia, específicamente a la Villa Rufulo, en Ravello. «Es un pueblito que está al sur de Italia, donde es reconocido por festivales de música clásica. Y justamente Richard Wagner compuso en ese lugar el segundo acto de su ópera ‘Parsifal’. Fui a visitar el jardín donde se inspiró el músico y, sin esperármelo, me encontré con una gran centenaria palma chilena. Me pregunté ¿cómo llegó a este pueblo italiano? Y recordé a la familia Vergara, que traía especies desde fuera y pensé: bueno acá ocurre lo mismo», relató Fernandez.
«Me pareció curioso e interesante el descubrimiento, así que empecé averiguar un poco más y me enteré que esta palma tenía una hermana en Nápoles. Fui a conocer esa otra palma y de todo eso ya han pasado 10 años», agrega.
Araucarias a Inglaterra
Los primeros árboles autóctonos chilenos llegaron a otros países de diversas maneras. «Tomando el caso de la araucaria, la historia cuenta que el capitán inglés (George) Vancouver viajaba de vuelta a su patria, luego de fundar la ciudad que hoy lleva su nombre. Frente a Valparaíso, su barco el ‘Discovery’ se averió», relata Fernández.
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Según el autor, los tripulantes tomaron contacto con el gobernador Ambrosio O’Higgins para solicitar ayuda y en esa gestión los invitó a comer. Y en el postre les sirvió piñones de araucaria.
Uno de los comensales era el médico del navío y también naturalista, por lo que no se los comió; en vez de eso, fue a la cocina y pidió si por favor le podían dar más de esas semillas, los cuales se llevó a al barco para sembrarlas, y así llegaron las primeras cinco araucarias a Inglaterra, donde se les conoce como “monkey puzzle” por la dificultad que plantea escalar hasta sus ramas.
Sobre los lugares icónicos que tienen estas especies, Fernandez relata que en la Torre de Pisa, a dos cuadras, están plantadas dos palmas chilenas. En el Hyde Park de Londres (que es como nuestro Parque Forestal) también hay un par de jóvenes araucarias, al igual que en varias plazas de París.
«Monkey Puzzle Trees»
«En Portland, la capital del estado de Oregón en Estados Unidos, hay casas con Araucarias enormes, que fueron plantadas luego que en una feria mundial regalaron piñones, por allá por el 1905. Y es tan llamativa esa zona, que Google Maps trazó una ruta: ‘Monkey Puzzle Trees of Portland'», comenta el autor. Como dato curioso, señaló que en Escocia, en un sector montañoso, el Jardín Botánico de Benmore reproduce el bosque chileno en el “Proyecto Bosque Lluvioso Chileno”, donde tienen muchas especies: alerces, araucarias, coihues, ñirres, notros, entre otros árboles.
Así, se suman otros árboles y lugares. Por ejemplo, en la Costa Azul, cerca de Saint-Tropez (Francia), unas familias adineradas donaron sus casas de veraneo y en unas veinte hectáreas crearon el “Jardín de Mediterranés”, con un sector denominado “El Jardín de Chile”. Como el clima es similar al que tenemos en nuestra zona central, plantaron espinos, boldos y chaguales, entre otros.