En el Gran Santiago hay 3,7 metros cuadrados de áreas verdes accesibles por persona, según un estudio realizado el año pasado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica. Esos casi cuatro pasos de espacio para cada uno es muy poco si se compara con Madrid, capital de España, donde la cifra llega a 20 metros cuadrados por cabeza. Aún así, para la artista ibérica Aïda Gómez, los números son muy bajos. Por eso, por estos días está realizando una ingeniosa crítica: «siembra» cáctus en los postes de la ciudad.
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Todo se enmarca bajo una actividad cultural española llamada «Calle Lavapiés», una intervención callejera que reúne a una decena de artistas entre las que su trabajo destaca por una cosa bien clave: critica lo gris que se convierten las ciudades.
“Cuando se construye una ciudad se extirpa toda la naturaleza. Luego la volvemos a traer pero de una forma enjaulada”, critica Gómez en una entrevista otorgada al canal español RTVE.
¿De qué trata?
Por supuesto, la «siembra» que realiza Aïda es simbólica: lo que hace en estricto rigor es vestir postes pequeños -de un poco más de un metro- con forros de género que simulan cáctus. De esta forma, su idea es que los peatones puedan advertir que la ciudad en la que viven podría ser aún más verde.
La intervención ha recibo la atención de los peatones que pasan por el sector de Lavapiés, un área artística y cultural llena de bares, librerías, teatros y restaurantes que en esta semana está viviendo la quinta versión de esta intervención callejera que también incluye la intervención de muros, realización de talleres, entre otros.
Y si bien en Chile está haciendo cada vez más frío a propósito del invierno que llegará este 21 de junio, esta fecha resulta ideal para las intervenciones callejeras en Madrid pues en el hemisferio norte del mundo están en plena primavera.
Artista
Cabe mencionar que Aïda Gómez es una artista callejera oriunda de Madrid, pero que ya ha tenido sorprendentes intervenciones tanto en Alemania como en Holanda.
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Una de ellas fue la instalación de un candado gigante el pasado 14 de febrero en el Puente de Oberbaum (Oberbaumbrücke), el más famoso de Berlín, con el mensaje «El amor es libertad» («Love is freedoom»). Su idea era criticar lo opresor que parece terminar sellando el amor con un candado.
Otra de las exposiciones que atrajo las miradas fue la instalación de cortacartones, jeringas y letreros como «cuidado con el tigre» sobre muros y rejas de la ciudad holandesa de Enschede. Su idea era criticar la agresividad con que las personas suelen proteger la propiedad privada instalando botellas quebradas sobre sus panderetas o alambre de púas sobre las rejas.
Por último, también destaca su trabajo que busca hacer menos sexistas los mensajes de letreros alrededor del mundo, pintando así mujeres en señales del tránsito en donde antes sólo había hombres.
