El triunfo del presidente Nicolás Maduro, que le garantizó seis años más de gobierno, dejó un sabor amargo debido a la histórica abstención de alrededor del 54%. Los comicios del domingo pusieron al descubierto no sólo la creciente desconfianza de los venezolanos en el sistema electoral sino también el debilitamiento del piso político oficialista.
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Con el 68% de los votos a favor, Maduro logró imponerse con comodidad a su principal rival Henri Falcón, un ex militar disidente del oficialismo.
«El gran perdedor es el gobierno con esta participación tan baja», afirmó el director de la encuestadora local Delphos, Félix Seijas, al reconocer que a pesar de todas las acciones del oficialismo para presionar a los empleados públicos y a los sectores pobres, programas de venta de alimentos subsidiados, el llamado «carnet de la patria» y los diferentes bonos entregados en los últimos meses, no tuvo un mayor éxito para movilizar a todo el electorado.
El mandatario logró 5.823.728 votos, lo que representa una merma de más de un millón y medio de sufragios en comparación con los comicios del 2013, cuando ganó con 7.505.338 votos. En esa oportunidad se reportó una abstención de alrededor del 20%.
«Su piso político se ha movido», dijo Seijas a The Associated Press, y agregó que los resultados revelan que las aguas internas del chavismo «no están calmadas».
A pesar de los resultados, Maduro aseguró que el chavismo es un «bloque compacto, unido» y desestimó la posibilidad de divisiones dentro de sus filas. «Somos la fuerza política más poderosa y grande de Venezuela por largo», sostuvo.
A los sectores adversos al gobierno tampoco les fue bien en las elecciones. Falcón, quien era el principal rival de Maduro, solo logró 1.820.552 sufragios (21%).
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Críticas internacionales
El dirigente deberá recorrer ahora un duro camino en medio de los cuestionamientos de buena parte de la comunidad internacional y de las amenazas de Estados Unidos y la Unión Europea para endurecer las sanciones al país, según analistas.
El Grupo de Lima, que integran 14 países de la región, anunció el lunes que no reconoce los comicios en los que el presidente Nicolás Maduro logró la reelección por seis años más, lo que agudiza las ya tirantes relaciones de Venezuela con sus vecinos y podría llevar al país sudamericano hacia un mayor aislamiento internacional.
Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía decidieron reducir el nivel de sus relaciones diplomáticas, llamar a consultas a sus embajadores y convocar a los embajadores venezolanos en sus países para expresar la protesta por el proceso electoral que objetaron por “no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y transparente”, señaló un comunicado del bloque.
En los últimos cinco años, el gobierno del mandatario izquierdista, que se identifica como el heredero político del fallecido presidente Hugo Chávez, ha superado con éxito momentos difíciles, especialmente durante los cuatro meses de protestas antigubernamentales del año pasado que dejaron más de 120 fallecidos y varios cientos de heridos y detenidos.
Con el colapso de la industria petrolera, corazón económico del país, sumado a la desbocada inflación del 13.776%, según estimaciones de congresistas opositores, a la cada vez más creciente escasez de alimentos y medicinas y a la severa recesión, el panorama económico y social para el gobierno tiende a complicarse.
Si bien el sólido respaldo que obtuvo siempre Maduro de las filas del chavismo le había garantizado la estabilidad política, con los resultados del domingo surgen dudas sobre si podrá mantener esos apoyos.