En los cerros de Santiago puede estar la solución al déficit de áreas verdes de Santiago. En una ciudad donde la sobrepoblación, el cemento y el smog, empeoran la calidad de vida de los habitantes, los “Cerros Islas” aparecen como la mejor oportunidad para crear nuevos parques a lo largo y ancho de la capital.
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El Cerro Santa Lucía o el San Cristóbal, son los más icónicos de la capital. Sin embargo, existen otros 24 que pueden ser utilizados como futuros lugares de recreación y esparcimiento. Según un estudio del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica, en el Gran Santiago hay en promedio 3,7 metros cuadrados de áreas verdes accesibles. En el desglose de este número, las comunas del sector oriente como Vitacura o Las Condes tienen 7,4 y 5,6 m2 respectivamente. En contraposición del sector sur que apenas cuentan con 1,5 m2 en el caso de Puente Alto y 1,9 en la comuna de El Bosque.
Es por esto, que la Fundación Cerro Isla se ha propuesto ir en rescate de los cerros abandonados para transformarlos en parques. Catalina Picon, directora ejecutiva de la iniciativa, resalta la importancia de cuidar estar áreas “ya que en el futuro no podrían ayudar a enfrentar el cambio climático”. Uno de los lugares con más potencial, comenta la directora, es el Cerro Las Cabras ubicado en Bajos de Mena, Puente Alto. La transformación de este espacio tendría un valioso impacto en una comunidad periférica y con un alta densidad poblacional pero actualmente está loteado y es propiedad de varios privados.
La idea es seguir el ejemplo del Cerro Renca, que lentamente se está transformando en un nuevo parque para la comunidad. Sin embargo, la ladera que da hacía la comuna de Quilicura sigue en manos de privados por lo que no se puede realizar un proyecto que abarque el total de la superficie.
La transformación del San Cristobal
En el otro extremo de la capital, en el limite de Lo Barnechea y Vitacura el desarrollo inmobiliario se “comió” el Cerro Alvarado, un punto de alto valor ambiental que divide sus hectáreas entre modernas viviendas y un sector virgen donde reina la vegetación. La construcción indiscriminada, avalada por el plan reguladora, ha generado, entre otros problemas para los vecinos, congestión y colapso vial a pesar de ser colindante a una autopista, por lo que urge proteger estos cerros.
Mauricio Fabry, director del Parque Metropolitano, confía en la recuperación de estos espacios. “Uno de los ejemplos más claros es el Cerro San Cristobal, hace 100 años se le conocía como el «cerro de las muelas cariadas» debido a su estado de deforestación y erosión del suelo”. Finalmente, y gracias a un proyecto a largo plazo, se convirtió en el parque urbano más grande de Latinoamérica. La idea de recuperar estos espacios no quedará solamente en Santiago ya que lugares como el Cerro Caracol en Concepción o el Cerro Grande en La Serena, también reúnen las características para transformarse en grandes parques.
El ministro de Vivienda y Urbanismo, Cristián Monckeberg, resalta la administración pública del Parque Metropolitano y los cerros Blanco y Chena. «Los tres cerros islas son ejemplos exitosos del modelo de administración que ha seguido este ministerio y que ha permitido convertir estos cerros en áreas verdes de calidad para todos los chilenos y espacios relevantes para el desarrollo urbano de la ciudad de Santiago”, asegura el secretario de Estado.