Hawai continúa escupiendo flujos de lava a casi tres semanas de la explosión del volcán Kilauea, que dejó más de dos mil evacuados en la zona y que parece aún no acabar.
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Los ríos de lava devoran hasta el día de hoy todo a su paso, casas y árboles, cruzan las autopistas sin nada que los detenga. La lava supura, restalla y sale disparada arrasando con todo a su paso generando llamas de hasta 90 metros.
Las autoridades, que se mantienen alerta desde principios de mayo, ya han advertido a sus ciudadanos respecto a la calidad del aire, que tiene una cantidad de dióxido de azufre tres veces peor que en un inicio, y la necesidad de mantenerse alejados de los peligrosos ríos.
En la cima del volcán, dos erupciones explosivas liberaron columnas de ceniza. El viento desplazó gran parte de esas cenizas hacia el suroeste.
Sin embargo, el fenómeno cobró su primera víctima, un hombre que perdió la pierna luego que fuera alcanzado por lava ardiendo mientras se encontraba sentado en la terraza del tercer piso de su casa.
Nube tóxica
A pesar del apocalíptico escenario todo parece empeorar más. Este domingo se informó que la lava ya está llegando al océano generando una nube tóxica.
El gas nocivo siempre está presente y ahora un nuevo peligro: una neblina de lava que se ha formado en la costa mientras los ríos de fuego se sumergen en el océano.
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Según los científicos, las nubes de vapor que se generan en los puntos de entrada de la lava al mar están formadas por ácido clorhídrico y finas partículas de vidrio que pueden irritar la piel y los ojos y causar problemas respiratorios.
Los científicos indicaron que el ácido en la nube es tan corrosivo como el ácido diluido en la batería. Salían finos fragmentos de vidrio que causan sentirse como si fuera rociado con brillantina.
“Si siente ardor en la piel, resguárdese”, dijo Stovall. Las autoridades advirtieron que la nube podría cambiar de rumbo si los vientos lo hacen.
La Guardia Costera estableció un perímetro de seguridad de 300 metros (984 pies) alrededor del punto de entrada al océano.
Por su parte, el Observatorio de Volcanes de Hawaii del Servicio Geológico de Estados Unidos alertó de «posibles sucesos explosivos adicionales que podrían producir cantidades de lluvia de ceniza desplazada por el viento».