Pablo Escobar Gaviria, el más famoso narcotraficante colombiano, estuvo lleno de excentricidades: hizo una fogata con dólares, tenía dos hipopótamos de mascota y un submarino para transportar sustancias ilícitas. Este último método, internar droga vía marítima, fue lo que quiso copiar una banda en Chile, pero no les resultó: el barco que tenían casi se les hundió.
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Eso fue al menos lo que informaron en una conferencia conjunta entre la PDI y la Armada, ambos organismos que llevaban al menos un mes trabajando en la «Operación Atlantis», que permitió dar con los antisociales.
Barco albacorero
Todo comenzó cuando la banda, liderada por el colombiano Gustavo Muñoz Gasca, quiso ingresar al país con un barco albacorero proveniente de Perú que venía cargado con 524 paquetes de marihuana creepy. Como la embarcación tenía unas pobres condiciones mecánicas, Muñoz se comunicó con un pescador artesanal chileno de San Antonio para que le llevara combustible, víveres y otros elementos que le permitieran mantener la operación.
A través de intercepción de llamadas, la PDI detectó una extraña comunicación y decidieron seguir las mismas coordenadas que le habían llegado al pescador artesanal y que apuntaba a las costas de Coquimbo.
«Pudimos interceptar a 180 kilómetros de distancia, en condiciones de mar poco favorable. Es una embarcación precaria, artesanal, con poco combustible y que además se estaba hundiendo», señaló el director general del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (S), Otto Mrugalski Meiser.
En ese sentido, valoró la operación. «Encontrar una embarcación en la inmensidad del océano es súper difícil», relató Mrugalski.
Droga sería vendida en Santiago
Desde la PDI, el comisario Marcelo Atala agregó que «no daban ninguna explicación de la situación en la que estaban» y que tras una búsqueda especializada, terminaron dando con un área de doble fondo de la barca donde estaba oculta la marihuana creepy.
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Tras el hecho, se detuvo al chileno Salvador Machuca Valdés, al peruano Helar Eduardo Li Hernández y a los ecuatorianos Luis Fernando Franco Instriago y Marco José Piza Laje.
Asimismo, precisaron que la droga se iba a vender en Santiago y que las 3 mil dosis tenían un valor inicial de $3 mil millones, aunque el valor final «podría duplicarse», según palabras de Atala.
Tras el hecho, la banda fue puesta a disposición de la Justicia y todos quedaron formalizados por tráfico de drogas.