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“Dependemos de la buena onda de los profesores para usar nuestros nombre”: Tres relatos de estudiantes trans en sus universidades

No hay registro de cuantas personas trans hay en Chile. Tampoco existe un número en los establecimiento de educación superior. Lo que si está claro es que es una problemática que algunas universidades están abordando, otras no.

(Sebastian Beltran Gaete/Sebastian Beltran Gaete)

Tras la toma de la Casa Central de la Universidad Católica, universitarios y autoridades acordaron la implementación de un nuevo protocolo en el que se acepta el uso del nombre social de los estudiantes. Con esta medida, los alumnos podrán registrar el nombre y el género con el cual se sientan identificado en intranet, listas de cursos y tarjetas universitarias.

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Las Universidades comienzan lentamente a trabajar en protocolos inclusivos. Aquí los testimonios de 3 estudiantes trans que se desenvuelven en la educación superior.

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Alejandra Toledo:»Me he podido manifestar como mujer sin problemas»

Alejandra Toledo está en quinto año de Pedagogía en Inglés de la Universidad Católica de Valparaíso. Su facultad se encuentra movilizada y a partir de la histórica ola feminista ya logró, junto a otro alumnos, levantar una mesa de trabajo con la autoridades para aplicar un protocolo similar al de la Universidad Católica. “Nos interesa poder tener un marco valórico que respalde la institución, un marco jurídico que avale el respaldo institucional y el protocolo de registro del nombre social”. Todo lo anterior acompañado de un campaña de sensibilización de la comunidad para visibilizar la problemática trans. Hasta ahora no se ha hecho un catastro y según Alejandra sólo en su carrera hay cinco estudiantes en la misma situación.

La estudiante reconoce que en su paso por la universidad ha encontrado respaldo en su identidad de género gracias a la “orientación más liberal” de los académicos y compañeros de salas. “Desde que hice la transición me he podido manifestar como mujer sin ningún problema”, asegura Alejandra. El problema es que el nombre y género con el que se desarrolla en el espacio educativo no tiene ningún sustento administrativo.“Si hoy entro a mi navegador universitario está registrado mi nombre legal”.

Luciano Finger – Utilizar el nombre social depende de la «buena onda» de los profesores

Luciano Finger estudia Trabajo Social en la Universidad Santo Tomás. En la casa de estudios no existen protocolos, coordinación ni cifras por los estudiantes trans. Luciano solamente puede utilizar su nombre social gracias a la buena voluntad de los profesores que durante las evaluaciones o mientras pasan lista respetan la identidad de él. Sin embargo, todo esto se termina cuando utiliza el «huellero digital» y las credenciales. Cada vez que sale de su edificio y muestra su tarjeta universitaria, la diferencia entre la foto y su aspecto genera suspicacia entre funcionarios.

El principal problema para articularse, dice Luciano, es que las facultades no han visibilizado la temática transgénero por lo que es imposible saber cuantos alumnos pasan por lo mismo. Sobre el nuevo protocolo aplicado por la Universidad Católica, Luciano lo califica de “maravilloso”, debido a que lograron representar a los estudiantes trans. “Ahora se pueden desempeñar e ingresar a los espacios universitarios con su nombre social”, comenta Luciano mientras recuerda todas las veces que tuvo explicarle a los profesores por qué el nombre que está escrito en un papel no es con el que se identifica.

Siegfried Kunstmann – El alumno UC beneficiado por el nuevo protocolo

Siegfried Kunstmann estudia dos carreras en la Universidad Católica, Artes y Comunicaciones. De la primera solamente le quedan un par de ramos para terminarla. Hace cinco meses que comenzó su proceso de transformación con testosterona y actualmente forma parte de la Vocalía de la Diversidad. El enfoque de esta organización es en contra de la funa y apunta a educar a la comunidad frente a la discriminación.

Sigfried asegura que el petitorio por los alumnos trans no es nueva y que desde el año pasado se está trabajando con las autoridades para su implementación. El movimiento feminista de la Casa Central llegó a ponerle la firma a la lucha de los estudiantes transgéneros de la UC. Desde que ingresó a la casa de estudios todos los años debía repetir el ritual de perseguir a profesores y ayudantes para que cambiaran su nombre de la lista e implementaran su nombre social. Sin embargo, descarta haber recibido “mala onda” por algunos de los académicos y entiende que a muchos docentes es un tema que se le escapa de su formación y abunda la falta de información.

El vacío burocrático que se produce cuando una persona completa su proceso de transformación genera situaciones incómodas. Sigfried recuerda a otra compañera trans que ya no se parecía en nada a la persona que estaba en su foto, cuando ella ingresaba la biblioteca y entregaba su tarjeta universitaria le prohibieron el ingreso. A pesar de explicar que era transgénero no hubo posibilidad de ingresar.

Sigfried calcula que por lo menos hay 20 estudiantes trans en toda la universidad pero que de este número escapa aquellos que por temas de confidencialidad no quisieron registrarse en este censo.

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