La fe evangélica y la pastelería han sido dos prioridades en la vida de Jack Phillips, pero fue la combinación de ambas lo que lo llevó a una batalla legal que ganó este lunes, con el respaldo de la Corte Suprema de Estados Unidos.
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El fallo del máximo tribunal de justicia del país, por siete votos contra dos, fue motivado por un encuentro que Phillips tuvo en su pastelería de Colorado con una pareja gay que fue a encargarle una torta para su boda.
Phillips rechazó el pedido, que a su juicio iba en contra de sus creencias religiosas, opuestas al matrimonio gay.
"Lo siento muchachos, no hago pasteles para bodas entre personas del mismo sexo", dijo, de acuerdo a lo que él mismo ha relatado.
Pero ese intercambio del año 2012, que según Phillips duró apenas unos 20 segundos, derivó en una cadena de acciones legales iniciada por la pareja gay.
David Mullins y Charlie Craig dijeron sentirse discriminados.
La disputa enfrentó creencias religiosas con los derechos de los homosexuales y tuvo su último capítulo este lunes, cuando la Corte Suprema respaldó a Phillips en un fallo saludado por el gobierno de Donald Trump.
Pero la decisión está lejos de asegurar que otros comerciantes —sean pasteleros, floristas, fotógrafos o de otro ramo de actividad— puedan negarse a trabajar para parejas gay.